Historias cotidianas que solemos ignorar

Pobreza

Casa sí, casa no: “La pobreza es no llegar, te sientes donnadie”

Ghita Hachemi me da miedo el futuro cercano por si me sacan de mi casa con mis hijas

“Soy Ghita Hachemi Elaydoumi. Soy de Marruecos, de Tánger. Tengo 50 años. Llevo veinticuatro en España, cómo corre el tiempo. Vine como todo el mundo, por buscar nueva vida, para buscar otra nueva oportunidad económica. Soy la penúltima de diez hermanos”. 

“Los que somos de Tánger podemos pasar a Ceuta con pasaporte. Podemos hacer la compra allí, nos gustan las cosas de aquí: chocolate, galletas, ropa. Una vez allí me metí en el ferri a Algeciras y pasé sin que nadie me pidiera nada. Desde Algeciras me vine a Madrid”. 

“En Marruecos yo siempre trabajo en vacaciones: camarera, pastelería, fábrica de zapatos Kickers. Cada verano termina el curso y no me quedo en casa, necesitaba dinero para mis gastos, mis libros. Estudié en la universidad un año de Derecho. Lo dejé para venir aquí”. 

“Empece a trabajar aquí como interna. Era una familia muy buena, me trataban como una de ellos, no como trabajadora. Me enseñaron castellano. Estuve tres años sin papeles. Me los presentaban y los negaban. Es una experiencia en la vida ser interna: conoces gente, culturas, otro estilo de vida. He tenido otra familia en España, te lo juro. Yo no siento ese racismo, he tenido suerte en mi vida”. 

“En 2005 conocí a mi marido y me casé. En 2005 conseguí también los documentos, los papeles. Lo peor de venirte es abandonar a la familia, tus padres, perdí mi familia. Voy a Marruecos para visitarlos cuando puedo. No me planteo volver, aquí ya también he hecho mis raíces. Planté mi planta y tengo cuatro flores (hijas). He crecido aquí con educación, con la cultura de aquí. Vivir en Marruecos no lo quiero ni para mí ni para mis hijas”.

“He conseguido cosas, mejor vida que no pensaba conseguir. Te sientes vivir como con el resto de la gente. Hay oportunidades aquí, por eso yo exijo a mis hijas que estudien para aprovechar las oportunidades. Me siento muy orgullosa de mí misma, me siento muy acogida, aunque mi situación económica no me ayuda. He cometido error de comprarme mi casa. Lo que me ha perjudicado mi vida es la hipoteca, el resto agradecida a Dios y a la gente, me han ayudado mucho”. 

Miedo a perder tu casa

“Yo he comprado la casa con buena fe en 2006, en Getafe. Estabilidad de casa, un techo. Eso pensaba con buena fe. Estuvimos pagando cinco años. Desde 800 subió a 1.100 euros. Llegamos con tres niñas pequeñas y no sabemos que iba a tocar crisis. Viene la crisis en 2010 y mucha gente ha perdido la casa como yo”.  

“Mi marido perdió el trabajo, trabaja en la obra, en construcción. Subió euríbor y bajan las oportunidades de trabajo. Mi marido tenía 800 euros de paro. Buscaba chapuzas. 800 para cinco en la familia no nos llega. Empezamos a luchar con el banco. Yo les decía toma la llave, me voy y salgo sin deuda. Pero no, tienes que empezar proceso jurídico. Me desahucian en 2012, estuve muy mal. Me pasaba fatal en este momento cuando me vi en el desahucio. Luchaba por el alquiler social, suplicando que me dejen en mi casa o me consigan un alquiler social. Agobiada. Todo el día con el miedo de nos van a sacar de mi casa”.

“Antes del desahucio, el mismo banco me dio alquiler social en Entrevías (Vallecas). No tenía dinero, ni un duro para comprar una barra de pan, te lo juro”, dice mientras llora. “Nunca olvido esos días. He estado en un túnel muy oscuro. Esos momentos muy difíciles de mi vida”.

“Dije voy a luchar por la condonación. El banco ha cogido mi casa y la ha vuelto a vender. Es el negocio redondo. Y mucha gente, no solo yo. Mucha gente está sufriendo. Voy a seguir luchando, bancos ven a nosotros como los números”.

Ghita tiene una carpeta llena de papeles que muestran su lucha y realidad bancaria. Mientras me los enseña sigue hablando.

“Después de más de diez años el banco acaba de hacer la condonación total de la deuda. Y la Unión Europea ha dicho que me tienen que devolver dinero. He escrito al juzgado. Para la lucha pedí ayuda a PAH Vallekas. Te sientes como la familia, somos vecinos del barrio. Se apañan entre ellos, ayudan los unos a los otros. Pagamos gastos jurídicos, por ejemplo, de una persona. Lo que haga falta. Y luchando sobre el derecho a la vivienda. Apoyamos también el tema personal de cada uno”. 

“El banco me quiere echar otra vez por impago. Yo siempre pago todos los gastos: luz, agua, alquiler. Me denuncia y he ganado el juicio. Pensaba que ya no podía echarme pero el banco ha vendido la casa a un fondo que compra y vende viviendas. Quiero negociar con el fondo para que me solicite alquiler social, pero no quieren. En diciembre vence el contrato del alquiler social de mi casa y el fondo no quiere renovar. Tengo niñas muy buenas estudiantes y puede perjudicar su futuro si vienen a sacarme de la casa”. 

“Estoy buscando otra casa. Es difícil encontrar alquiler. La nómina de mi marido es 1.400 y somos seis. Llevo diez años presentando la vivienda social del Ivima pero no hay suerte”. 

“Me está volviendo vivir en el susto. No me he metido ilegal, estoy en alquiler social. Yo pago todos los meses, no quiero vivir gratis. Ese problema no lo tengo solo yo. Muchos españoles así. Lo veo en la plataforma de la PAH. La gente está sufriendo en silencio de verdad, la realidad duele”. 

¿Qué es la pobreza?

“Pobreza hay mucha. No tentemos dinero, tenemos corazón, pero eso no llega para sobrevivir. La pobreza es no llegar. No poder comprar todo lo que necesitan tus hijas. No estás ni comprando de Zara, no llegas ahí. A veces lo encuentras en la calle y lo pones y feliz. ¿Eso no es pobre?”.

“Situación de vulnerabilidad es estar luchando y trabajando y no llegas a fin de mes, siempre tienes falta de cubrir los gastos. Imposible. Tengo un complemento de alimentación por familia numerosa de 200 euros al mes que lo tienen embargado. De Hacienda va al jugado y del juzgado al banco. Los 200 euros de la familia numerosa me hacen falta y al banco no. Estás pobre y te ponen más pobre. Tú sufres, tienes gastos y el juzgado viene y te quita una ayuda de las niñas para llegar del fin del mes. Saben que eres una familia vulnerable y como no tienen para embargarte te quitan la ayuda. ¿Al banco le hacen falta esos 200 euros?”. 

“Mi hija mayor tiene 19 años y esta en la uni en Guadalajara. Estudia Arquitectura. Las demás tienen 17, 15 y 7 años. Vivimos con la ayuda que nos da una fundación. No es ayuda de dinero, cojo comida. Es la Fundación Altius. Gente que te trata bien. No te tratan como humillada, yo estoy muy agradecida”. 

“Mi casa donde vivimos tiene dos habitaciones. Las cuatro niñas en una habitación, una de matrimonio y el salón. No es una casa de visitas, apenas cabemos, pero agradecidos de estar ahí. Tener techo no es fácil”. 

“Estoy en casa con mis hijas, las ayudo a estudiar, aunque ellas saben más cosas que yo y me dicen mamá, eso no se dice así”, dice sonriendo. “Yo quiero que primero estudien, que se concentren. No quiero que las niñas vivan lo que he vivido yo, que sufran lo que he sufrido yo. Que tengan un buen futuro”. 

“Hubo una época que me daba miedo salir por si van a venir a sacar a mis hijas de casa. Ahora ya no. Fui a la trabajadora social y me dijo que fuera a Proyecto Senderas. Me fui asustadita porque no pienso en tener oportunidades de trabajar con 50 años e inmigrante. Me siento muy, muy diferente. Te sientes humilde, te sientes una basura, disculpa de esa palabra. Te sientes donnadie, por eso dudé para ir a Senderas. Quién soy yo, quién me va a ayudar”.

“Cuando ahora digo yo también valgo, me sale de Senderas. Te cogen con los brazos abiertos y te hacen sentir que tú también valías como una persona. Me ayudaron a encontrar trabajo. Es una oportunidad para cada mujer para seguir adelante. Te apoyan, te preparan, te sientes una persona importante, te olvidas de la situación que vives, te animan”. 

“Me salió un trabajo de traductora intérprete. Me llaman una o dos veces al mes. No siempre es fácil encontrar trabajo, a veces con el velo no te aceptan o quieren que trabajes muy barato. Yo tuve un trabajo que ni me pagaron. Si me sale más trabajo, estoy muy contenta”. 

“Lo que de verdad me gustaría sería tener un negocio de productos de belleza naturales, pero no tengo para tener una tienda. Me encanta el comercio. Me arrepiento de no haber terminado mis estudios en Marruecos. Pero bueno, al final doy gracias a Dios, estoy bien con mi familia, tengo unas hijas brillantes, estoy muy orgullosa. Me gustaría que me vierais con respeto”. 

Ghita Hachemi la pobreaz es estar luchando y trabajando y no llegas a fin de mes

Cuando falta una casa

“He aprendido de la vida la paciencia. Dicen que los migrantes tenemos muchas ayudas… Un hogar es tu vida, tu estabilidad, tranquilidad. También un derecho. Es una pena, yo he estado en desahucios y se te rompe el corazón. Un niño de 3 o 4 años en los brazos de un policía. Te asfixia la vida”. 

“La desesperación, cualquier cosa te hace llorar. Salud de cuerpo bien, pero salud mental no tengo. Estoy levantando la cabeza por mis hijas. Soy muy buena actora con mis hijas. Que no caigan en la misma situación como yo, que tengan un futuro brillante”. 

“Hay gente que no quiere escuchar y, si no te escuchan, no te van a comprender. La verdad duele y no gusta escuchar la verdad. Para que me comprendan tienen que abrir los ojos. Subir la voz para que la gente se entere de la situación. La vivienda trae mucha pobreza aquí. Comprendo que cada uno tiene sus problemas. Cuando yo echo la mano a alguien siempre me viene alguien que me ayuda. No estamos tercer mundo, si hablamos de mi tierra es tercer mundo pero esto te duele el corazón. Una vivienda digna”. 

“Si tengo mi vivienda y tengo mi tranquilidad vamos a vivir normal, como mucha gente. No estoy pidiendo un chalé, pido un techo, nada más. Si tuviera una casa viviría mejor. Gracias a Dios que me he quitado un peso de encima que es la deuda. No quiero dar un paso atrás”. 

“Amar es querer toda la gente con sus dificultades. Amas a tu vida, a ti misma, te sientes bien. El odio no te lleva al buen camino, te lleva a la oscuridad. Te viene el problema y te llega la tristeza. Las amistades te llevan a la alegría. Cuando llega la nómina y pagas los gastos feliz. El 15 hasta el 20, bajón. No está cumplida la felicidad. Solo un momento cuando escuchas las notas de tus hijas. Tengo miedo de ser feliz”, dice llorando. 

“Miedo mucho de futuro que me viene, del cercano por si me sacan de mi casa con mis hijas. ¿Sabes la sonrisa de una hija? Eso no tiene precio. Se me rompe el corazón. Les hace falta algo y yo no puedo llegar. Veo el futuro muy brillante para mis hijas”. 

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