“Soy Gisela Moreno Mellado y soy de Barcelona pero vivo en Reus. Tengo 38 años. Me violó Petter, el mejor amigo de mi amigo Miquel, en Malta. Viví allí unos dos años, me fui porque buscaba nuevos horizontes por un tiempo. Trabajé en un bar y en el sector inmobiliario”.
“Cuando llegué a la isla solo conocía a Miquel, que me ayudó mucho a nivel social. Petter era su amigo y un perfil que jamás te pensarías que es un agresor. Sueco… y tú te piensas que son más civilizados que nosotros… Ademas fotógrafo, muy happy flower. Vestía siempre con flores. No piensas en un tío vestido de flores cuando piensas en el patriarcado. Yo me fié”.
“La violación es algo que me ha pasado. No me define”.
La violación
“La violación fue la noche del 14 de febrero de 2021. Petter y yo nos llevábamos muy bien y nunca había pasado nada. Acabamos de fiesta varios amigos en casa de María, la novia de Miquel. Una noche normal, una más. Él vivía en el norte de la isla y yo en el centro. Había perdido el último autobús para volver a casa y me dijo que le gustaría quedarse en la mía. No lo vi como un intento de acercarse a mí. Le dije que solo tenía una cama, que era un estudio, pero que no pasaba nada, que le hacía el favor”.
“Yo iba bastante borracha. Ahora ya no bebo alcohol. Cuando íbamos a mi casa andando por la calle nos empezamos a besar, lo recuerdo como una película. De ir de la mano y besos muy apasionados. Seguimos en mi casa pero no teníamos preservativos e hicimos el pacto de no hacer nada, nos lo prometimos. Tendremos más días para hacerlo, dijimos, no vamos a hacer el tonto. Así se quedó el tema”.
“Me dormí y a las cuatro de la mañana me desperté. Estaba boca abajo y él encima. No sé cuánto rato estuvo haciendo eso, yo estaba dormida profundo. La primera frase que me salió casi llorando fue you promised (lo prometiste). Jamás imaginé que haría algo, yo me dormí la mar de tranquila. Lo habíamos hablado, no íbamos a hacer nada. Estoy muy mentalizada de que sin condón no”.
El después
“Cuando desperté no fui consciente de lo que estaba pasando. Recuerdo sentir mucho asco. Ducharme. Pero volví a la cama. De hecho, esa mañana le preparé un café, que ese detalle no se me olvidará en la vida. También me acompañó caminando al trabajo. Todavía no era ni consciente de lo que acababa de ocurrir, estaba en shock. Nunca me había acompañado un hombre al trabajo y tuvo que ser él”.
“Tenía una reunión de equipo larga e importante. En el trabajo era un día importante para mí. Estaba focalizada en lo que tenía que hacer y ni pensé en el tema, si te digo la verdad. A mediodía me escribió una parrafada disculpándose. Que no sabía lo que había pasado. Yo seguía en shock y le contesté no pasa nada, la próxima vez trae condones. Ahora lo pienso y no había asimilado que se había aprovechado de mí”.
“Después de trabajar me fui a casa y me senté en el sofá, en la misma sala donde había pasado todo. Empece a llorar y a entender lo que me había pasado”.
“Llamé a mis amigas para quedar. Lloro, río, lloro, río. Me lamento. Nunca jamás he vuelto a sentir esa inestabilidad mental. Mis amigas me apoyaron, pero al final la que se fue del grupo fui yo y no él”.
“Tres días después me encontré a Petter en la calle. Pasé por su lado y le dije no quiero hablar contigo, no quiero verte. A veces le he escrito diciéndole eres un violador. Le he puesto mensajes de odio en redes”.
“Sentía impotencia, rabia. Me sentía muy tonta por haberle preparado el café y dejar que me acompañara al trabajo. En qué momento no lo eché de casa. Cuando lo paré su reacción fue de sorpresa y me dijo no me daba cuenta de que no estabas despierta. ¿¿¿Perdona??? Aunque en el momento también intenté justificarlo para no pensar me ha violado, pero yo sabía que había sido muy clara y que a él también le había parecido bien”.
“Una de las cosas que me han sido más difíciles de entender es cómo fui tan amable con él en el momento. Soy muy de montar pollos. Salvo el día que me violaron, que me callé”.

La (no) denuncia
“Yo estaba desnuda. Estos detalles me dicen que no puedo denunciar: me he liado con él, durmiendo desnuda, lo había invitado a mi casa, estaba borracha, me había besado don él. Señora, ¿me va a decir que no quería acostarse con él? Usted lo que ha estado es provocándole, me dirían. Con ese contexto mucha gente me culparía a mí y creo que aunque yo no piense así, en cierta manera sí me hizo mella, al menos las primeras horas, como para no interpretar exactamente lo que me había pasado”.
“Siempre he pensado que se tiene que denunciar, que es muy importante parar los pies a los violadores. Lo he creído siempre. Pero me vi en Malta y con ese contexto no me iban a tomar en serio, si hasta yo tuve dudas. Entonces pensé también en volver a ver la cara de mi agresor, pasar por todo el proceso judicial… No sé si en España hubiera denunciado, pero Malta es un país muy retrógrado. Allí el toples está prohibido, por ejemplo”.
“Ahora, visto con la perspectiva de los años, pienso que quizás sí tenía que haber denunciado. No lo sé. Me gustaría tener la certeza de que no se lo ha hecho a nadie más. Es la única razón de no arrepentirme de no haberle denunciado. Él me insistió en que fue algo puntual, que nunca le había pasado, pero ¿sería verdad?”.
“No he tenido culpa, pero sí me he dicho ¿por qué confías tanto? Tendría culpa si me enterara de que se lo ha hecho a más personas y yo no denuncié. Soy una víctima, no culpable. El que no se supo comportar fue él”.
“De momento no me he encontrado a nadie que se lo haya tomado mal cuando se lo he contado. Decirlo, sobre todo al principio a hombres con quienes estaba, me hacía sentir vulnerable. Pero nadie me ha hecho jamás sentirme responsable ni que me lo merecía”.
“He tenido suerte porque a muchas mujeres se las pone en duda y yo siempre digo lo mismo: ¿tú crees que una mujer quiere decirle a su madre que la han violado y que sea mentira? Ninguna mujer quiere que su entorno pase por aceptar que han violado a tu ser querido. Lo último que quieres es preocupar”.
Violación, vergüenza
“No sentí violencia cuando me pasó. Violencia física. No fue algo agresivo. Es difícil decir que no lo es una violación porque es violencia por definición. Me refiero a que no tuve sensación de peligro. No me había forzado violentamente pero me había violado, lo mires como lo mires. Creo que me costó entender que lo que me había pasado era una violación porque no me sentí en situación de peligro en ningún momento. Era una persona que conocía y tenía mi confianza. Cuesta decir que es una violación pero sí lo es porque tú explícitamente has dicho que no querías que ocurriera”.
“Algo que me ha chocado mucho desde que he empezado a hablar de este tema con gente que me conoce es que no me asocian al papel de víctima de violación por ser una mujer fuerte. Yo soy superindependiente y tengo mucho carácter. Jamás pensé que me podía pasar, pero esto nos puede pasar a cualquiera”.
“No evito el tema, cada vez que puedo lo saco. Se tiene que hablar. Si estamos hoy aquí es porque leíste un post que escribí en Linkedin sobre Gisèle Pelicot”, me dice. “Ya está bien de que se señale a la mujer por esto, no me parece bien. Lo mío no tiene nada que ver con lo que le pasó a Gisèle Pelicot, pero tiene mi apoyo absoluto. Como ella dice, la vergüenza tiene que cambiar de lado”.
“Me da la responsabilidad de hablar porque se me considera una persona fuerte. No me avergüenza, me ha pasado y ya está. Tenemos que cambiar la mentalidad: la vergüenza tiene que cambiar de lado. Yo sentí vergüenza y vergüenza de qué, si yo no he hecho nada. Lo que más sentí fue vergüenza. Hasta que lo verbalizas y te quitas esa vergüenza, lo aceptas más. Te sientes también impotente hasta que te das cuenta de que la vergüenza no tiene que ser tuya”.
“Ni una persona me contestó mal al post que viste en Linkedin. Y mira que yo soy polémica y suelo tener discusiones. Pero cuando hice ese post no. Incluso me escribieron mujeres y me contaron sus experiencias. No contaba con eso. Por eso es tan importante hablar del tema, es liberador y le puede resonar a otras. Si a alguien le sirve mi relato, ya estoy más que feliz”.
Más allá
“Me ha cambiado la perspectiva de ciertas cosas. Me creó una inseguridad. Confiaba más antes. Mi naturaleza es firme, pero esto te crea un conflicto interno. Hay veces que trato de esconderlo debajo de la alfombra. Siento que hay partes que no están cien por cien cerradas, pero no está en mi día a día. Trato de relativizar y de vivirlo con la mayor naturalidad”.
“Tengo un gran rencor. Esto te obliga a hacer un trabajo mental muy fuerte. Aceptarlo como una cosa más de tu vida. Te hace sentir vulnerable y pequeña”.
“En general me siento bien, soy feliz. El año pasado me diagnosticaron TDAH y me ha servido para entender muchas cosas de mí”.
“Estoy orgullosa de las cosas que he conseguido. Vivo con la certeza de que todo es frágil pero no tengo miedo. Tengo una empresa de prospección, pero de todo lo que hago lo que más feliz me hace es un podcast que tengo con mi socia Regina. En el podcast entrevistamos a mujeres que trabajan en el sector de generar negocio. Queremos dar visibilidad a mujeres en las ventas. El podcast se llama SDR: Señoras de Reuniones”.
“Hay una frase que me gusta mucho y que no es mía: un pájaro posado en una rama no teme que se rompa porque su confianza está puesta en sus alas y no en la rama”.
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