Historias cotidianas que solemos ignorar

Discapacidad

“La discapacidad intelectual no limita mi vida porque mi hermana me enseñó muy bien: tú lucha”

Raquel Pozo tiene discapacidad intelectual y defiende que a la vida hay que echarle valor

“Raquel Pozo, 35 años, vivo en Sevilla con tres compañeros pero soy de Alcalá de Guadaíra”. 

Raquel tiene discapacidad intelectual y acento sevillano. 

“Pienso que soy igual como los demás, me siento igual que los demás”.

“Discriminación es que si tienes una discapacidad y se ríen de ti, te hablan malamente. Me pasó con una prima mía pero lo dejo pasar, aire… Mejor pasar del tema que sufrir. Mejor no pensar en el pasado y pensar en el presente, me dijo una vez una psicóloga. He aprendido a no echar cuentas a la gente que te ignora, mejor pasar y seguir pa’lante”. 

“Mi discapacidad me ha venido así y no es nada malo”. 

Discapacidad intelectual: somos iguales

“Estuve en psicopediatría, un colegio con personas con discapacidad hasta los 21 y me gustó un montón. Teatro, matemáticas, íbamos al patio, cine con palomitas. El teatro es mi favorito, en Navidad hacíamos un belén viviente. A mí no me daba corte hablar y luego acababa presentando”, dice con una sonrisa. 

“Trabajo en una oficina de Paz y Bien limpiando. Limpio lo que me toque, me ponen de lunes a viernes un papel y tengo que hacer lo que me ponga el papel. Me gusta mi trabajo. Si tengo dudas me lo dicen, pero lo hago to sola”. 

“Me gustaría trabajar de cosas de niños. Cuidando tipo guardería. Me gustan los niños, tengo un montón de primos y me tienen loca. Tengo dos primas embarazás otra vez”, dice contenta. “Me tiro en el suelo y jugamos a la pelota, jugamos a lo que digan ellos. Los mimo mucho, no puedo dejarlos en el carro que lloren”. 

“Me pone mu contenta cuando tengo una charla y cuando voy de viaje a Madrid o donde sea”. Raquel es portavoz de la asociación Liber para personas con discapacidad intelectual. “Lucho por los derechos y también por las mujeres que maltratan, que esto se está yendo de las manos me parece a mí”.

–¿Eres activista?

–¿Eso qué es?

–Eso de los derechos.

–Ah, sí, los derechos de las personas con discapacidad porque somos iguales. Para que la gente normal vea que no somos bichos raros. Yo les digo que echen valor, que la vida es echarle valor, no echarte para atrás siempre. 

Raquel participa en charlas de derechos sexuales y reproductivos. “Que para tener una pareja hay que tener precauciones para no quedarse embarazada y siempre buscando el apoyo de la gente alrededor. Y que ella misma decida, que es su hijo, no la obligues a abortar, es su decisión. Se quedan embarazadas y les retiran los niños”. 

Calor

“Vivo con un compañero que es un personaje, te partes de risa con él. Hago de to, lavadora, comida, planchar, limpiar. Me gusta to lo del piso, me encanta cocinar: albóndigas con carne picá, arroz con pollo. Tenemos un cuadrante y a mí me toca una cosa, lo vamos repartiendo, nos repartimos la carga. Vivir independiente tienes tu libertad, sales y entras. En el piso estoy con Fundación Tau, que me ayudan, y los fines de semana me vengo con mi madre”. 

“Mi vida es trabajar, sacar dinero y sacar pa’lante a mi madre. Mi madre necesita mi apoyo. Primero está mi madre, ella necesita también la calor mía. Me gusta cuando voy por ahí con mi madre a comer a mi bar preferido, los 100 Montaditos: un montadito con queso y otro de pollo, patatitas de cuatro salsas y las alitas de pollo”, dice contenta. “Y después de postre un helado”. 

“Cuando tengo mi tiempo libre estar con el móvil o ver la televisión o charlar con mi madre. En el móvil me pongo en el YouTube a ver cosas de niños chicos y en la tele me gusta Gran Hermano VIP y Juan y Medio”. 

“Soy tranquila, me enfado poco. Soy feliz con las personas que estoy ahora mismo rodeá, son maravillosas, una joya. No tengo pareja, tengo a la familia que me quiere, a mi hermana que se me fue y a las personas que me cuidan de las asociaciones. Amigas no tengo muchas, tengo dos. Está bien así. La vida la afronto muy tranquila y estar con las personas que me quieren. Necesito dinero”, dice riéndose. 

–¿Qué harías con el dinero?

–Guardarlo para el día de mañana si me faltara mi madre. Sueño que me toca la lotería, me compro una casa grande y seguiría viviendo con mis compañeros. 

Mira, me dice, y me enseña una foto de ella con su hermana. “La tengo en la mesita de noche y le hablo todas las noches, le cuento lo que he hecho, el día. Si te falta alguien en la vida, como es mi caso, hay que echarle valor. La discapacidad no limita mi vida porque mi hermana, que en paz descanse, me enseñó muy bien: tú no dejes que la discapacidad te limite, tú lucha por la vida. Mi hermana me dijo que me ve con discapacidad pero siempre estoy haciendo cosas, luchando por lo que quiero. No me voy a quedar pará, quiero hacer cosas y tener la mente ocupada”. 

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