“Soy Sonia Fernández Cabellos, tengo 33 años y soy de Cifuentes, Guadalajara, España”.
“Tengo discapacidad intelectual y física. La intelectual no te la sé explicar pero la física fue porque me atropelló un coche cuando era pequeña. Puedo andar pero tengo dificultad. Tengo hemiparesia izquierda, creo que se llama”.
Sonia dice que sí con la cabeza cuando le pregunto si le han hecho sentir diferente.
“Es que han pasado tantas cosas… Había un grupo de la diócesis pero yo no podía ir a todo; pagar a una chica para que fuera conmigo en la última excursión de curso en el instituto”.
“Me siento mal, a veces me enfada. Creo que todos somos iguales y nos tendríamos que sentir igual”.
“Tenía una amiga que ya no es, dejó de juntarse conmigo y no me saludaba. Un día la vi por la calle y le dije por qué no me saludas. Porque se ríen de mí y de ti. Se me ha quedado grabado. En ese momento fue como vale, pues nada. La veo por el pueblo pero ya no quedamos. Me sentó mal”.
“Se han reído de mí. Más bien mirarme mal, no sé. Por qué me miras así, como si fuera un bicho raro. Te miran raro, notas que te están mirando. Eso a las personas con discapacidad nos hace sentir un poco mal”.
“No ir a una excursión por no quedarme sola. Que yo recuerde, hay una excursión que yo estaba en el no, que no iba a ir, pero me convenció una y eso es lo que más me dolió, que le hice caso. Fui, llegué al autobús y nadie quiso sentarse conmigo”.
“Otras veces me ven con pena, pobrecita. No me gusta esa palabra porque pobre es el que no tiene dinero, yo no soy pobre. Te lo digo cariñoso, ya, pero no me gusta. Me gustaría que me vieran como una princesa”, dice riéndose. “Siempre me imagino que soy una princesa”.
“Por mí pusieron en mi colegio logopeda y apoyo, pero los libros me costaba más porque no estaban adaptados. Necesitamos libros adaptados para las personas con discapacidad porque se entiende mejor y aprendes mejor”.
“Una chica en el instituto nos hicimos muy amigas. Me ayudaba a subir la mochila, a bajarla. Se llama Susana, es de Cuenca”.
Cuentos
“Escribo cuentos y poesía. A mí los cuentos me gustan. Me gusta escribir y leer. Leo menos, pero me gusta. Cuando era más jovencilla leía historias de pesadillas”.
“La lechuga bailarina es el primer cuento porque estaba haciendo un curso de escritura y nos dijeron que inventáramos una historia. Me gusta que los cuentos sean divertidos. Qué puede hacer una lechuga, pues bailar claqué. Es una lechuga que vivía en una maceta apoyada en un poyete. Se sentía triste porque quería bailar en el festival de su ciudad pero no sabía cómo hacerlo. Por ahí pasaba un abuelo y al verla se acercó. Ella le dijo que quería bailar en el festival pero que no sabía cómo hacerlo. Él le dijo si quería bailar con él y a partir de ahí ya empezaron a aprender un baile de claqué”.
“Tengo también uno de la mariposa curativa, uno de superhéroes y otro de la fiesta de mi pueblo que saldrán este año. Estoy preparando varios. Los superhéroes es con esto del bicho, del covid, que yo lo llamo el monstruo”.
“Mis cuentos son porque me gustan los niños y como profesora no puedo ser, pues los cuentos”.
“Mis cuentos transmiten valores”.
Escritora y conserje
“Ahora tengo menos tiempo para escribir, como trabajo por la mañana. Trabajo en el Ministerio de Economía y Hacienda de Guadalajara y soy conserje. Coger llamadas, hacer fotocopias, escanear, repartir el correo, lo que manden. Me gusta, pero quiero ascender. Soy conserje pero lo más bajo, hay una categoría más”.
“Luego también quiero dedicarme a los libros. A ir a los colegios con Plena Inclusión a dar charlas de discapacidad. Los niños están encantados. Les cuento sobre la discapacidad, que hay muchos tipos”.
“Estoy en Plena Inclusión y en la asociación Las Encinas de Guada. Allí hice dos talleres, de jardinería y limpieza”.
Plena Inclusión calcula que un 1% de la población española tiene una discapacidad intelectual.
A veces sí y a veces no
“Lo peor de la discapacidad es que no puedo correr o que andar deprisa se me note. Me gustaría correr”.
“La discapacidad me ha traído conocer a gente maravillosa, como la que me dio el curso, Gracia Iglesias, de Plena Inclusión. También a Susana, a María, una persona con discapacidad que está en Santander”.
“Tengo a mi familia que es muy grande, tengo a toda la familia de mi padre y a toda la familia de mi madre. Tengo amigos y amigas. Los quiero y me siento querida por ellos. El amor es importante”.
“Vivo sola. Por una parte bien porque no tienes que dar explicaciones a nadie, pero a veces necesitas cariño y te lo tienes que dar tú sola. Prefiero así. A veces me siento sola, es un sentimiento que se tiene, no sé. Compro la comida preparada y lo que menos me gusta es limpiar”.
“Me siento bien. En principio, que yo sepa, no tengo miedo. Me gusta escribir y me gusta pintar. No pinto para publicar pero pinto para mí. Pinto casas. Escucho canciones”.
“La vida es más fácil adaptando las cosas. Poniendo carteles que se entiendan. En los baños ir a un sitio que ponga hombres-mujeres, en otro señoras-caballeros. No, poner siempre lo mismo. Y que los carteles no pongan palabras raras. Y que por la calle haya carteles que digan las direcciones, que en muchas calles no hay”.
“Me gustaría que mi vida fuera distinta a la que es, pero no sé cómo. Me gusta, pero me gustaría que fuera de otra manera”.
“A veces soy feliz y a veces no, como todo el mundo. Depende del día, me gusta que esté soleado, que los pájaros canten. Me gustan los animales. Tengo una perra. Me gusta que todos se lleven bien, sonrían”.
“Mi sueño cuando era joven era salir en la tele a bailar o a cantar o en una serie. Ahora mi sueño es que las editoriales cojan mis libros, publicarlos, que los niños los lean y se lo pasen bien”.
“El otro día estaba con mi prima en las fiestas en mi pueblo y me encontré a una niña y a su madre que estaban comiendo. Hablaban de algo y al oír Sonia me volví y estaban hablando de mi libro. Que lo había leído tres veces, que le gustaba”.
Suscríbete gratis y recibirás en tu correo cada nueva historia. Todavía hay muchas personas a las que conocer
Dejar una respuesta