“No me gusta que me llamen subnormal. Tengo 69% de discapacidad intelectual. Bueno, también de física porque me dio un ictus y la parte derecha la tengo un poco así (no llega a cojear pero sí anda despacio)”.
“Soy Fernando Fernández García. Tengo 62 años, de Madrid, nacido en Entrevías”.
“Me encontraron un retraso de tres años. El primer colegio fue normal. Ahí me encontraron la minusvalía que tenía. Estuvieron más encima de mí y se lo dijeron a mi madre”.
“Fui con mi madre a todos los sitios. Me estuvieron mirando, el psicólogo, todo”.
“Luego en un colegio de Afanias que se llama Estudio 3, que es el mejor colegio para mí”.
“Padre no he tenido, viví con mi madre. Mi padre era un juerguista y mi madre se tuvo que separar. Mi madre se ha estado meneando conmigo porque yo era la persona más débil de la casa. Mi madre ya murió”.
Discapacidad intelectual y vida independiente
“Tengo ganas de vivir solo. Las experiencias en la vida me han enseñado a vivir solo. Prefiero vivir solo y hacer cosas que a mí me gustan. He vivido con una persona con discapacidad y la experiencia muy mala. He vivido con personas sin discapacidad que no eran familiares y también experiencia muy mala. Más por el dinero. Querían mi dinero. Se aprovechan de tu discapacidad. Yo creo que el amor no existe para ellos”.
“Estoy un poco triste. Vas mirando lo que me ha pasado. Me alegro de hacer lo que yo quiero y de tener proyectos para lo que me queda en la vida”.
“Me mudo este mes (está como loco por estrenar su nueva casa en el Ensanche de Vallecas). Me faltan los muebles, pero me los traen pronto. Es casa del Ivima de la Comunidad de Madrid. Tengo que pagar alquiler social. Es hasta que me muera. Cinco años he tenido que esperar a que me den la casa”.
“Ahora llevo un año viviendo con mi hermana pequeña. Muy bien con ella. Y con su hija. Y con mi cuñado”.
“Ya he vivido solo una vez y muy bien. Fue en Palma de Mallorca. Me mandó la Once: agente vendedor de cupones. Estuve cuatro años y ya me cambié por Madrid”.
“Cuando me mude quiero ir al gimnasio que hay cerca de la casa para empezar a mover la pierna esta –dice tocándose la derecha–. Lo primero que haré al mudarme será disfrutar de la casa. La familia va a venir a verme. Mis sobrinas me están ayudando mucho”.
“Vivir independiente y hacer las cosas que me gustan a mí me llena. En mi casa me entretengo. Limpieza es lo que más disfruto. Cocinar se me da un poco mal pero voy aprendiendo. Intento que las comidas estén ricas. De todas maneras, me lo como todo. Y hacer la compra, yo soy de mirar precios. Ahora han subido demasiado. Lo que no se puede hacer es seguir subiendo el precio de las cosas”.
Discapacidad intelectual, trabajo y vida asociativa
“También he estado de barrendero. He estado limpiando cabinas de la Once. De jardinero también. El que más me ha gustado es el de barrendero, me tenía cariño la gente y los capataces. Valorar el trabajo de la persona con cualquier discapacidad. Yo me sentí arropado y hacía igual que los demás en limpieza y jardinería. En la limpieza me dijeron a mí que me traigan a personas como tú”, recuerda con orgullo.
“Estuve también en un centro ocupacional pero no me gustó porque abusaban mucho de la gente”.
“He estado trabajando veintisiete años. Ahora estoy cobrando la incapacidad absoluta. Me mantengo económicamente de momento. No trabajo desde 2017”.
“Estoy con compañeros que estamos trabajando en la plataforma Puedo. Es una plataforma democrática de la Once. Estamos en un despacho e informamos a la gente de todo. Hay psicóloga, trabajadora social, psiquiatra”.
“Luego estoy en asociaciones vecinales. Todo lo que es distrito de Vallecas a nivel de discapacidad. A mí me llena todo eso que hago”.
“No me siento diferente a los demás. La gente es más diferente a mí. Lo que no veo lógico es que cuando tienes una discapacidad se echan para atrás. Por ejemplo, hemos estado en un colegio para explicarles qué es la discapacidad y parece que se echan para atrás. Que nos vean que nosotros somos igual que ellos. Explicarles que no se pueden reír de una persona. Alguna vez se han reído de mí y sienta mal. Enseñarles ese tipo de cosas. Es lo que queremos, que colegios y universidades nos reciban. Hay que saber a una persona con discapacidad cómo tratarla. Tiene una dificultad que no entienden y hay que explicárselo bien. Lo que veo es que cada uno va a sus cosas, que no le importa nada. Y a mí sí me importa. Hay que comprender a la gente”.
“Tenemos derechos; yo antes no lo veía. Fue un compañero quien me inició en todo esto. Me dijo que tenemos que tener derecho a muchas cosas, por ejemplo a tener un empleo justo y adecuado para nosotros. Me gustaría que haya una persona con discapacidad que presente el telediario o que esté haciendo una película. Me gustaría también que cuando hemos ido al cine con compañeros con discapacidad tenemos que pagar lo mismo que las personas normales. Para los jóvenes hay muchísimas cosas y para la gente mayor también. Se lo dan más barato”.
“Que nos vea la gente, que nosotros no somos invisibles. No entiendo que una persona con discapacidad tenga que estar luchando muchísimo para que haya una integración total en el puesto de trabajo y en muchos sitios”.
“A mí no me gustaría tener discapacidad”, dice riéndose. “Pero la tengo y tengo que pasar con ello”.
“Por qué no nos escuchan a nosotros los políticos a nivel de discapacidad. Por qué nos tienen miedo. Los políticos deberían aprender más de las personas con discapacidad y hablar más con nosotros, que no nos comemos a nadie. Me gustaría ir al Congreso de los Diputados y explicar a todos los que están ahí cómo somos. Ellos lo que están dando es un mal ejemplo. Que los políticos se abran más a nosotros y nos entiendan”.
Corazón
“Yo sé lo que es el amor. Es querer repartir las cosas. Tener un corazón. Mirar el uno para el otro. Convivir. Apoyarse mutuamente. Eso es el amor. Yo he tenido amor. Tener una discapacidad no significa no querer. A lo mejor sientes más cariño que una persona normal. Yo soy muy sentimental. A mí cuando me hacen daño, lloro. Mucha gente me ha hecho daño en mi vida y he salido porque he tenido muchos apoyos”.
“He hecho mucho el tonto. He aprendido a no confiar en la gente. He perdido mucho dinero entre amigos, gente que ha abusado. No sabían lo que era el amor. Ahora si me pide alguien mil euros, no se lo doy. Eso es lo que más me ha dolido y me da pena. Me gustaría retroceder a la niñez porque he disfrutado mucho de la época de niño. Más que ahora”.
“El mayor miedo es que no sé cuándo llegará la muerte. Me imagino que todo el mundo le tiene miedo a la muerte”.
“Amigos tengo muchísimos y me animan a seguir adelante. A no hacer una locura ni nada de eso. He tenido pensamientos de suicidio, pero he tenido gente que me ha animado a seguir en los proyectos y las cosas. Ahora vivo más feliz que unos años atrás. Tengo más ilusión. Los apoyos que estoy teniendo. En las asociaciones hay gente que nos sabe escuchar. Mi familia me trae alegría”.
“Necesito que mucha gente tenga corazón. Mi ilusión es tener una vida normal. Que me trate bien la gente. Que no haya ese egoísmo que hay. Ser más humilde la gente en todo. Que tengamos todos los derechos”.
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