“Hubo una época en la que me sentía tan sola que empecé a personalizar las cosas y a ponerles nombre porque las trataba como si estuvieran vivas. Y todavía lo hago. Por eso me hace ilusión que Blue vaya a salir en las fotos”.
Blue es el coche de Idriel. “Es mi mejor amiga. Cuando la dejo en el taller lloro porque me da miedo que sufra. La cuido mucho y la suelo lavar y dar de comer frecuentemente para que no le falte de nada. La quiero y adoro con todo mi corazón”. Su vaper, con el que fuma, se llama Umbridge. “También la quiero bastante, me calma y relaja en mis peores momentos, y siempre me acompaña”.
Dejando atrás un pasado de maldad
“Me llamo Isabel Blandón Martínez, según mi DNI, pero me gusta más que me llamen Idriel. Isabel es una versión antigua de mí, era otra persona a la que le gustaba hacer el mal y disfrutaba con ello. Con 17 años me di cuenta de que no quería ser ella cuando fui infiel a mi pareja; lo hice aposta. En ese momento me di cuenta de toda mi trayectoria de vida y de que no quería ser así. Desde entonces estoy en un proceso de construcción de mí misma. Yo usaba siempre el nombre de Idriel en los juegos de rol y un día me di cuenta de que ese era mi verdadero yo, que tenía que trabajar para sacar a Idriel. Y no es que no me guste el nombre de Isabel, que mi abuela se llama Isabel y es un nombre precioso”.
–¿Te has preguntado alguna vez por qué disfrutabas haciendo el mal?
–Sí, y no lo sé exactamente, creo que porque era egoísta.
Idriel tiene 21 años, es de Alcalá de Henares (Madrid) y es PAS (Persona Altamente Sensible). Así de primeras cuesta digerir nada más conocerla su confesión sobre su pasado oscuro. La Idriel que tengo ahora mismo delante es dulce, risueña, educada y atenta. Su voz es delicada y aguda. “La gente me dice que soy muy infantil, aunque también sé que soy más madura que la edad que tengo para algunas cosas”. Idriel no reniega de ese lado infantil: le gusta ir dando saltitos por la parte blanca de los pasos de cebra porque es más divertido, por ejemplo. También avisa de que quiere aparecer en alguna foto haciendo muecas porque si no, no serán del todo reales: “Yo siempre salgo poniendo caras”.
Qué es ser una Persona Altamente Sensible
En cuanto le pregunto por el PAS deja ver su parte de niña. Se pone contenta y aplaude sin hacer ruido. Todo su cuerpo se mueve de felicidad. “Me entusiasma hablar de esto”, dice mientras se ríe. “Tengo dos frases que lo explican muy bien. La primera no es mía: ser un globo de emociones en un mundo lleno de alfileres. La segunda sí es mía: como ser superdotado de las emociones. Todo se multiplica. Tu felicidad para mí es euforia. Tu enfado para mí es ira. Tu tristeza para mí es depresión. Tengo que estar controlando mis emociones todo el rato y es difícil. Ponte delante de un tsunami, pararlo es imposible, así que la cuestión es salir a flote. La emoción te viene de golpe y es muy difícil controlarla. Y si la emoción es muy fuerte, me da un ataque de ansiedad y me quedo agarrotada”.
“Tengo que esconderme muchas veces. En casa, por ejemplo, me meto una hora en el baño y lloro. También cuando estoy eufórica tengo que controlarme. Soy como una niña pequeña, todo me hace ilusión y empiezo a hablar y a hablar, y tienes que pararlo”, dice mientras se ríe.
Idriel siempre ha sido consciente de que no es como los demás. “Mi padre ya le dijo a mi madre que yo no era normal, pero a mí no me gusta ser normal. Me gusta ser diferente, a pesar de que me asusta y me hace sufrir”. El PAS ha obligado a Idriel a controlarse con familia y amigos. “Si no, nos dicen que somos unos dramáticos, unos teatreros, que fantaseamos mucho. Pero la realidad es que es malo ocultarlo porque eso sigue ahí y va haciendo una bola muy grande y explotas”.
“Por lo general los PAS nos sentimos incomprendidos. Es muy difícil decirle lo que te pasa a alguien que no es PAS. Yo tengo miedo constantemente: ¿estaré siendo muy dramática o muy exagerada? ¿La estaré cagando? Me cuesta relacionarme con las personas. En general soy una persona muy defectuosa”.
–¿Por qué dices que eres defectuosa?
–No estoy bien hecha, no soy correcta. Lo veo así, física y mentalmente. Y, sin embargo, no cambiaba lo físico y lo psicológico a pesar de que soy defectuosa.
Según la Asociación Española de Personas Altamente Sensibles, el PAS afecta a entre un 15% y un 30% de la población.
Hablar con una PAS en un bar ruidoso
“Hasta hace un momento yo estaba muy aturullada”. Idriel ha elegido un bar ruidoso en el madrileño barrio de San Blas. Hasta que se ha calmado un poco el ambiente hemos soportado varios minutos de conversaciones a un volumen innecesariamente alto, golpes de cosas que se caen, ruido de tazas y platos tras la barra y en las mesas, la máquina tragaperras… “No me gustan los bares, a mí los ruidos no. Son como un ambiente contaminante para mí”.
A pesar de que odie los ruidos y el caos que conllevan los bares, ha elegido este porque su abuela vivió una temporada en este barrio y venían juntas aquí. “Mi abuela para mí es una segunda madre, es una persona muy especial. Mis padres trabajaban 24 horas y yo me quedaba con ella. Ahora tiene Alzheimer”.
Idriel tiene delante una taza de chocolate porque es lo que solía tomar con su abuela. Previamente ha charlado con el camarero. A pesar de que hace tiempo que ni ella ni su abuela van por allí, se han reconocido mutuamente. Él le pregunta por su abuela y ella le informa.
Así que a pesar de todos los ruidos y aturullamientos, Idriel está contenta de estar aquí. También pasearemos por el barrio y el parque como hacía con su abuela, y nos acercaremos al portal de la casa donde solía vivir antes de que llegara al Alzheimer. Idriel está muy contenta con la elección que ha tomado de venir aquí.
Los familiares de una Persona Altamente Sensible
Idriel adora a su abuela pero no es el único familiar de su vida. “Yo a la persona que más quiero en el mundo es mi hermano, pero la más importante es mi madre”. Su reto personal es ser transparente en esta charla. “He decidido ser sincera contigo, me dé pánico o no”. La intención de Idriel es enseñar esta historia a su madre.
“Mi madre está en fase de negación. Y no me extraña. Otra cosa más que se le acumula: mi padre está enfermo, mi abuela con Alzheimer. Bastante tiene ya. Ella quiere saber qué me pasa, pero por el momento no quiere verlo. Puedo entender esa fase de negación porque yo le he ocultado muchas cosas. Ya te he dicho que yo me encierro en mi casa en el baño o me voy a caminar. Así que mi madre no ha visto según qué cosas porque yo se lo he ocultado para no preocuparla o pensando que no me iba a entender”.
A quien no ha podido ocultarle tantas cosas es a su hermano porque comparten habitación. “A mí de noche me dan ataques de ansiedad. Lo lamento por él porque no habría tenido que vivir eso”.
Idriel sabe ahora por su psicóloga que su madre tiene que saber todo lo que le pasa. “Por ejemplo, mi madre no sabe que me autolesiono y sé que eso le va a doler, pero creo que necesita saberlo porque soy su hija”.
PAS y autolesiones
Idriel ya ha hecho referencia a que no es bueno ocultar sus emociones porque la bola se va haciendo más y más grande hasta que explota. “Y cuando exploto es horrible. Yo he llegado a autolesionarme unas cuantas veces. Normalmente siempre me ataco el brazo”, dice mientras me enseña las marcas. “Salvo en verano, que no me ataco el brazo porque entonces se ven la marcas». En verano se autolesiona en la tripa o el muslo, en sitios no visibles. “Buscaba dolor, no matarme”.
Ahora está contenta porque ha tenido la tentación de volver a hacerlo pero no lo ha hecho. Dice que para evitarlo se encierra en al baño con su vaper, que la ayuda a tranquilizarse, a calmar la ansiedad.
–¿Por qué te autolesionabas?
–Yo tenía mucho dolor dentro y, si me autolesionaba, lo sacaba. Después de hacerlo me quedaba anestesiada, como zombi. También he pensado en el suicidio varias veces y he llegado a intentarlo. Ahora, sin embargo, tengo ganas de vivir. Trabajo mucho en mí misma y por mí misma. Estoy entusiasmada, tengo curiosidad por saber qué va a pasar. Sigo perdida pero espero poder encontrarme”.
Salud mental: deseo de un diagnóstico
El tema del PAS es polémico. Este rasgo de la personalidad no ha sido incorporado a los manuales de diagnóstico españoles. “Aquí no te lo diagnostican. A mí me lo dijo mi psicóloga, pero en mi historial médico no sale”.
“Yo me encontré un poco a mí misma cuando supe que tenía PAS en noviembre de 2017. Me sentí un poco más aliviada”. Actualmente Idriel sigue yendo a la psicóloga y a la psiquiatra porque es algo más que una Persona Altamente Sensible, así que está a la espera de un nuevo diagnóstico que sumar al diagnóstico no oficial del PAS. “Ahora me han dicho que tengo trastorno psicótico pero que todavía no saben de qué, tienen que ponerle apellido. Creían que era algo tipo paranoide, pero están confusos y a mí esa confusión me mata. Yo necesito saber lo que me ocurre, aunque lo que te gustaría es que te dijeran que estás perfecta”. Como tiene claro que eso no va a suceder, “un diagnóstico para mí es importante, quiero que me etiqueten porque a partir de ahí puedo trabajar y saber qué hacer. Hasta ahora es como si mezclaras la carne y el pescado en el supermercado. Pues no, cada uno tiene su sección y yo necesito saber cuál es mi sección. Las etiquetas me ayudan a conocerme, pero no me voy a quedar encasillada en eso. Estoy muy asustada, tengo mucho miedo, pero quiero hacerlo, quiero saber qué me pasa”.
A la espera de que llegue un nuevo diagnóstico a su vida, “lo que más miedo me da es ser un peligro para los demás porque para mí ya lo soy: me autolesiono, me he intentado suicidar. Según mi psicóloga ahora no supongo ningún peligro y no sabe si lo supondré. Mi psiquiatra dice que no se sabe. Así que, ¿quién te dice que lo que tengo no puede degenerar y pegar a mi hermano o a mi madre? ¿Y si me da un brote psicótico? Ya me dio uno y no comía nada que hubieran hecho o abierto mis padres porque pensaba que me estaban envenenando”.
“Veo, oigo y siento cosas”
“Yo escucho cosas, veo cosas, las siento. Me pasa de manera puntual, no es todo el rato. Siento que me tocan el pelo o el brazo, por ejemplo. Me cago de miedo cada vez que me pasa. Escucho suspiros, risas, llantos, un grito. Y ver cosas… yo pensaba que eran situaciones paranormales porque, como soy creyente, creo que en el más allá. Pero la psicóloga me dijo que no, que estaba alucinando”.
“Lo peor es cuando vi a mi hermano, eso sí que fue malo. Creo que jamás me entró un pánico más grande. Estaba de pie al lado de mi cama y a la vez también estaba durmiendo en su cama, y yo pensé que se había muerto. Tú imagínate si no sabes si está muerta o viva la persona que tú más quieres”. Al final lo importante “es no perderte, que yo ya lo estoy”.
–¿Qué es para ti perderse?
–Pregunta difícil. ¡Cómo me mola! –da con el puño un ligero golpe de alegría sobre la mesa. –Perderse es no saber, estar desorientado, como en un laberinto. Aunque igual como estoy perdida no te lo sé definir… Pero estas preguntas difíciles te hacen cuestionarte a ti misma y a mí me gusta sacarme de mi zona de confort.
Las ventajas de ser PAS
No todo son aspectos negativos en lo referente a la salud mental de Idriel. “El PAS para las emociones buenas es la hostia. Esa parte del PAS me encanta. ¿Tú sabes lo que es montarte en una montaña rusa siendo PAS? ¿O lo que es para mí ver un cuadro? Yo siento el cuadro, la pintura está dentro de mí y me transmite un montón de emociones. Y la música, las películas, la comida. Para mí ver películas es como verlas en 4DX –cuatro dimensiones–, pero por dentro. Siento intensamente lo que le pasa a los protagonistas y a las personas en general. Y viajar, todo es precioso, todo te hace ilusión. Yo eso no lo cambiaba. ¿Tú sabes lo que es que tu madre te dé un abrazo? ¿O enamorarte?”.
Otra ventaja de los PAS es que son capaces de intuir qué deben hacer ante las emociones de los demás. “Si te veo triste, no soy como otras personas que ante tu tristeza se bloquean y no saben cómo actuar, yo intuyo qué debo hacer”.
Aunque la parte negativa no se puede evitar, “cuando estás mal es como si tuvieras cadenas en los pies y estuvieras dentro de un pozo o del mar. Intentas salir pero no puedes, yo creo que por eso tengo pesadillas con que me ahogo”. Aun así “yo no querría dejar el PAS, y lo he pensado muchas veces. Si pudiera, que no se puede, no me lo quitaba”.
Los ojos de Idriel se humedecen. “Ay, ya me estoy poniendo tonta. Pero no quiero llorar”, dice al tiempo que sonríe. “Soy defectuosa, pero coqueta, y no quiero que se me corra el rímel”, dice sin perder la sonrisa mientras lucha para que no se le escape ni una lágrima.
Miedos y deseos de futuro de una PAS
“Tengo miedo a todo en general. Todos los días tengo que enfrentar mis miedos cincuenta mil millones de veces. Me da miedo la muerte, me pone los pelos de punta. Me da miedo perder a la gente que quiero, me da miedo ser tóxica para la gente, hacer daño. Yo tengo miedo de decir que quiero a la gente que quiero, lo que es una mierda. Así que, si me estás escuchando, miedo, a ver si te vas ya, te lo agradecería. Soy una guerrera y te pienso ganar”.
Tener miedo de decir te quiero a las personas es algo que vive cada día. Cuando se levanta, acaricia a sus gatos y su perra. A ellos les da mimos y les hace todo tipo de carantoñas. A ellos sí les dice te quiero. “Tienen que estar hasta los cojones de mí”, dice riéndose. Sin embargo luego ve a su padres y solo es capaz de darles los buenos días y poco más.
En su futuro la medicación no tiene un lugar destacado. “Estoy en contra. La probé, pero la aguanté cuatro días. Me entraron ganas de suicidarme severas. Me sentía que todo me daba igual. Me daba hasta pereza pensar. No estaba a gusto con nada. Cuando vi que me quería suicidar, paré la medicación. Así no podía vivir, era como estar zombi. Si me ponen nueva medicación, la probaré y, si no me va bien, la dejaré. Yo quiero medicación para sentirme mejor, no peor”.
A nivel laboral “ahora mismo trabajo con animales. Los cuido, los paseo, los baño. Y también limpio la casa de mi abuela. Estoy con Cruz Roja como voluntaria en infancia hospitalizada. Con lo que tengo igual me dicen que tengo que dejar de hacerlo, aunque hay otras facetas de Cruz Roja que con lo mío sí que creo que puedo hacer”. Le gustaría trabajar en “turismo o eventos”. Es lo que ha estudiado y hecho hasta ahora. Tiene un pasado como organizadora de funerales. “Como me da miedo la muerte, me pregunté: qué hago. Pues organizar funerales. Trabajar con tu miedo está bien, era un reto personal”.
A Idriel le gustaría tener una vida tranquila y feliz. Le gustaría vivir con sus animales y viajar. También sueña con casarse y tener un matrimonio feliz, ser madre y ser abuela.
Idriel escribe sobre cómo se siente, sobre situaciones que le han parecido hermosas. Escribe sin pensar, lo que sale. “Luego releo cuatro o cinco veces y me ayuda a conocerme mejor. Es como ahora, que siempre que hablo de mí misma me voy conociendo un poco más”.
La soledad de la Persona Altamente Sensible
A pesar del peso de la soledad, Idriel no está sola completamente, no todos sus amigos son objetos. “Mi madre me apoya a su manera. Tengo muy pocos amigos, contados con los dedos de la mano y me sobran tres dedos, pero me han arropado muchísimo. Y eso me hace sentir segura. Mis amigos me dicen que no pasa nada, que me van a querer igual pase lo que pase, sea cual sea el diagnóstico que tenga”.
Idriel tiene novio: Sergio. “Él también me apoya. Dios bendiga el día que empecé a ir al GAM (Grupo de Apoyo Mutuo)”. Allí conoció a Sergio y a otra tanta gente que ahora forma parte de su vida. “No pienso dejar de ir. Somos una piña a nuestra manera, como una pequeña familia loca. No somos amigos porque es un grupo de terapia, pero que seamos una piña me gusta mucho. Yo me he estado escondiendo toda la vida. Quizás si la gente no juzgara, comprendería. Si tuvieran la mente más abierta y viéramos que somos todos personas… Yo tengo una necesidad imperiosa, salvaje, de ser comprendida».
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Ana Estrella Hernandez Munilla
Interesantisima y para mi desconocida vida de Idriel.
Dar respuesta a esa problematica ha de ser dura……
Graias por posibilitarnos el conocimiento de estas personas.
Winnie
Gracias a ti por leer
Sotolobo
Interesantísima historia. Qué gran amabilidad por parte de la protagonista aceptar contar su historia y compartirla. Más allá de las difícultades es útil que todos conozcamos de estas cuestiones. Además el artículo le hace a uno plantearse cómo es y por qué…
Winnie
Muchas gracias
Adriana
Realmente interesante Winnie! Con ganas de leer más!
Winnie
¡Gracias, cuánto me alegro!
Mumi
Es increíble como todos esos rasgos se repiten. Al leerlo de verdad dejé de sentirme el bicho raro…. Que bueno ser parte de un grupo diferente. Los patitos feos encontramos nuestra familia de cisnes?…. Besos