Historias cotidianas que solemos ignorar

Discapacidad

“No tendría la fortaleza mental que tengo si no hubiera tenido mi discapacidad”

Kevin Mancojo tiene una discapacidad y da charlas para normalizarla

“Siempre he tenido entornos favorables, que lo han llevado bien. Desde pequeño he formado parte de mi clase, he participado en todo. He jugado al fútbol en los recreos y no me elegían el último. Me tenían en cuenta. Quedaba –y quedo– con ellos. Nunca me han hecho sentir diferente. Intentaba ir al mismo ritmo que los demás. Me esforzaba. Nunca me sentí por detrás”.

“No me victimizaba. Creo que ahí los demás te tratan con compasión, con pena. Naturalizaba mucho la discapacidad con el humor. Te echaría una mano, pero no puedo”, dice riéndose. “La actitud es muy importante y siempre he sido palante, esto es una barrera más de las que me voy a encontrar”. 

“Esto me viene de mis padres. Consiguieron tratarme como a un niño cualquiera. Nada sobreprotectores. Sobreproteger es un fallo muy grande. Dame la posibilidad de hacer las cosas. Me ayudaban hasta que yo podía hacer las cosas a mi manera”.

“Vivo con mi madre. Cuando mi padre falleció de cáncer de pulmón fue la época negra mía. Mis padres son pilares importantes y tuve que buscar la forma de seguir adelante. Después de que falleciera me di cuenta de que mi padre estaba viendo más allá del presente por cómo me exponía. Me llevaba si tenía que hacer papeleos, me llevaba al parque, a tomar algo. Me exponía al pueblo. Era su manera de decir es un niño más. Esto lo he visto después de su muerte, se me abrieron los ojos de repente. Hizo una tarea increíble, no es fácil criar a un niño y con discapacidad menos”. 

“Soy Kevin Santos Valero pero se me conoce por Kevin Mancojo. Nací con una malformación en las extremidades, vine defectuoso de fábrica”, dice sonriendo. “Tengo 31 años, nací en Alemania y con 6 vine a España, a San Javier (Murcia)”. 

Tras decir esto coge un bote con los brazos y da un largo trago de agua. “Esto es algo que impresiona mucho a la gente”, dice riéndose. “En el día a día para la gente que me rodea esto no tiene nada, pero para quien no me conoce el mero hecho de abrirme una botella ya es sorprendente”. 

El parque acuático que lo cambió todo

“Los brazos me llegan hasta la altura del codo. Codos no tengo. En el lado derecho tengo un dedo. No tengo antebrazos ni manos. La pierna derecha es más corta y llevo una prótesis para poder caminar, sin ella no podría. La izquierda no es que esté mucho mejor: nací con pie zambo, hacia dentro y de puntillas. Me hicieron siete u ocho operaciones para corregirlo. Mido un metro y medio”. 

“Un punto de inflexión en mi vida fue en un parque acuático con mis amigos. Tenía mis inseguridades aunque las escondía bastante bien. La parte emocional me decía que quería participar en todo y la racional que todo el mundo me iba a estar mirando. Veía a mis amigos que se lo pasaban bien y dije venga, yo también quiero”. 

“Soy como el señor patata de Toy Story: quita pieza, pon pieza. Me quité la pata chula (la prótesis) y todas las miradas clavadas en mí. Es algo indescriptible. Si no has vivido que te miren, no lo puedes saber. La primera media hora todos mirando y cuchicheando”.

“Me puse la pata acuática –una prótesis que tengo que se puede mojar–, que cuando estoy dentro del agua también me la tengo que quitar porque flota. Se la di a una amiga y se la llevó al socorrista. Le preguntó si nos podía guardar la pierna y empezamos todos a reírnos. A partir de ahí empezamos a hacer el tonto, a hacer un montón de chorradas con la prótesis. Ahí descubrí que me tenía que dar igual. Merece lo que viene después de las miradas y los cuchicheos: pasármelo bien con mis amigos”. 

“Entiendo que las miradas y cuchicheos son porque la discapacidad es algo que se desconoce. Pasa cuando no has convivido con la discapacidad. Esas miradas me recuerdan que todavía queda mucho por recorrer. Tenemos que sensibilizar y hacer ver que la discapacidad no es ¡ay, pobrecito! En mi pueblo me conoce todo el mundo y están acostumbrados, entre otras cosas gracias a lo que hizo mi padre. Luego voy a hacer algo al pueblo de al lado y empiezan las miradas, ¡hostia, cómo se nota que aquí ya no me conocen!”.

“Una de las cosas que más me cuesta hacer es cortar la carne porque hacer pinza con los dos brazos con cuchillo y tenedor… Al final uno se tiene que buscar las mañas y si no puedo, pido ayuda. Pero básicamente hago de todo, me afeito, por ejemplo. También cocino o me ato los cordones, ¡ah y este mueble que ves lo monté yo!”. 

Charlas y redes sociales

“Otro punto de inflexión en mi vida fue la muerte de mi padre. Al final algo negativo decantó cosas buenas. Fue una época de no sé qué hacer de mi vida. Me dio por los videojuegos para evadirme con internet y YouTube. Entonces una amiga me dijo si daba una charla sobre discapacidad en su facultad de Magisterio. Le dije que sí porque sentía que no tenía nada que perder y bendito momento. ¡Me gusta hablar por los codos (que no tiene)!”, dice riéndose. “Descubrí que me apasiona comunicar, motivar a los demás y ayudarlos. Empiezo a formarme porque sentía que era útil. Ahora estoy en la directiva de la Fundación Rafa Puede”. 

“Después de las charlas empecé a hacer vídeos en YouTube. Exponerte y que te juzguen no es fácil. Hacía vídeos de cosas antimancos: cosas que me costaba hacer como pagar con monedas porque las tengo que coger de una en una. Hacía los vídeos desde el humor y la gente se partía de risa. Otros me decían que les daba que pensar”. 

“Ahora estoy más presente en Instagram como forma de naturalizar y normalizar. También tengo un podcast con un colega y hago directos en Twitch: es como una familia que creas, es muy bonito. El móvil, el teclado del ordenador y el ratón son ordinarios He aprendido a utilizar las cosas de forma distinta, a mi manera. Las adapto a mi condición. Mira, el móvil lo desbloqueo poniendo el muñón como huella”, cuenta divertido mientras me enseña como lo hace.

“Vivo con mi madre porque quiero. Aquí la casa está pagada y tampoco estamos para pagar mucho alquiler tal y como están las cosas. La casa no está adaptada, uso banquetas cuando no llego”. 

“Tengo una prestación económica y lo que saco de las charlas es el extra que me permite poder viajar con mis amigos, ir al cine, a tomar algo. Llevo diez años con las charlas y la gente me vuelve a llamar, ¡repite! Ojalá consiguiera que mi sustento fueran las charlas. Lo estoy intentando, sé que me tengo que poner las pilas. Mi sueño es dar charlas por toda España”. 

“He aceptado y asumido mi discapacidad. La he convertido en ventaja porque doy charlas de motivación y sensibilización. Simplemente contando mi historia doy un chute de energía. Trato de mostrar que a pesar de la discapacidad he sido capaz de superar las diferentes barreras, de enfrentarme a todo y llevar una vida corriente como cualquier otra persona. Con mis charlas cambio la visión de las personas con respecto a la discapacidad. En cuanto conoces a la persona, dejas de ver la discapacidad”.

Kevin en una de sus charlas. Fotos cedidas por el protagonista

Retos

“Voy al gimnasio y eso a la gente le flipa. He adaptado el material a mi manera Por ejemplo, meter mis brazos dentro de los agujeros de los discos de las pesas para poder hacer diferentes ejercicios”. 

“He terminado adaptado mi entorno. El mundo no se adapta a mí, yo me adapto al mundo. Es muy difícil que el mundo se adapte a una manera buena para todos, ojalá se pueda”. 

“Cuando con algo no puedo, pido ayuda. Hay que asumir, hay que aceptar. Todos tenemos límites y en el momento que lo entiendes superas una barrera inmensa. También es verdad que a veces apuro para no pedir ayuda…”.

“El deporte es mantenerme en forma porque el desgaste físico en mi caso es mucho mayor porque cualquier movimiento que haga implica siempre los mismos músculos. No quiero acabar hecho una basura dentro de unos años”. 

“Aquí está el Mar Menor y lo crucé nadando. Cinco kilómetros en cuatro horas y media aproximadamente. Estuve entrenando todo el año. Fue bastante loco, una experiencia preciosa”. 

“Vivir consiste en disfrutar y superar alguna nueva barrera. Mi vida ha sido una constante barrera. Me planteo ahora el Camino de Santiago”. 

Cosas buenas y malas

“Soy feliz. Cero dudas. Soy muy feliz”, dice sonriendo. “No tendría la fortaleza mental que tengo si no hubiera tenido mi discapacidad. Resiliencia bastante grande y trabajada. Doy gracias en ese sentido”.

“No sirve de nada regodearte en la idea de que todo es una mierda. Soy consciente de que estamos en un momento chungo y jodido, pero el primer cambio está en que aportes tu granito de arena. Esta es mi filosofía de vida. He visto muchas personas que se victimizan, que se regodean en lo malo. Tiene que haber siempre cosas buenas y malas, y es decisión nuestra decidir con qué quedarnos. Es lo que he aprendido. La propia vida te da hostias por todos lados pero estamos para vivirla lo mejor posible y poder decir he disfrutado”. 

“Creo que no me doy cuenta de que me siento discriminado porque enfoco las cosas de manera tan distinta… Me he encontrado barreras, las he superado y no me he calentado la cabeza. Llevo peleando para sacar el carnet de coche desde antes de que muriera mi padre. Me lo están poniendo muy difícil. 40.000 pavos cuesta una adaptación de coche que necesito y el coche aparte… Si lo piensas, esto es discriminación. A ver quién puede pagar solo eso de adaptación. Pero si me quedo en eso, me quedo estancado y no me serviría”. 

“Las vibras que doy son positivas, me lo han dicho tantas veces (doy fe de que es así). El amor es el sitio donde puedes sentirte libre de ser tú mismo. No juzgado por nada ni por nadie. Es la libertad de ser tú. Que te quieren como eres y que te saquen lo mejor de ti, que te hagan crecer. Eso es muy importante de mis amigos, de mi gente”. 

“Trátame como una persona como cualquier otra, que no se vea la discapacidad. Yo ya hago por ello. Que veas la persona, no a la persona con discapacidad. No te dejes impresionar. El hecho de que nos pongan como superhéroes no me gusta. No hay nadie a quien poner en un pedestal. Puedes tener discapacidad y ser un hijo de puta. Me tienes que conocer y habrá cosas que te gusten y cosas que no. No tenemos capa ni la queremos. Lo que queremos es formar parte de la sociedad. Quiero normalizar pero no para que me tengas arriba, quiero que me tengas como un igual”.

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