Historias cotidianas que solemos ignorar

Discapacidad

“Cuando me senté por primera vez en una silla de ruedas me sentí feliz”

Así es la vida de Loida Zabala mujer con discapacidad y deportista paralimpica

“Cuando me senté por primera vez en una silla de ruedas me sentí feliz”, dice con una sonrisa de oreja a oreja. “Mis padres tenían la cara desencajada pero para mí, después de estar cuatro meses en una cama en el Hospital Niño Jesús de Madrid, fue una de las sensaciones más felices de mi vida. Fue en el Hospital de Toledo cuando me senté por primera vez en silla de ruedas: salir a la calle y que me diera el aire en la cara fue increíble”. 

“A los 11 años iba corriendo y me caía. Empecé a no sentir partes del cuerpo, pero no se sabía por qué y por eso me mandaron a Madrid. Lo que tenía es mielitis transversa, una inflamación de la médula espinal por la que se paralizan los nervios del cuerpo”. 

“Soy Loida Zabala, tengo 36 años y soy de Losar de la Vera (Cáceres) –dice con un ligero acento extremeño–, pero ahora vivo en Loeches (Madrid). Me vine por trabajo y deporte, entreno en un pueblo de Toledo, soy deportista paralímpica”. 

“Cuando me senté en la silla de ruedas y fui viviendo mi día a día no percibía mi discapacidad porque me veía la misma persona. Estaba muy ilusionada con poder aprender para volver a ser independiente para las cosas habituales de la vida como vestirme, ducharme… que lo que más me costó fue la ducha. Lo más difícil fue estar en una cama sin poder hacer nada. Recuerdo aburrirme, que los minutos eran horas. A partir de ahí me fui adaptando a lo que venía sin pensar en el futuro y sintiéndome la misma de siempre”. 

Halterofilia paralímpica

“Cuando salí del Hospital de Toledo empecé haciendo mancuernas porque para mí era esencial  para poder subir cuestas y hacer otras cosas que requerían fuerza. A los 18 volví al hospital a por el carné de conducir y uno de baloncesto paralímpico me dijo que si me gustaban las pesas cómo no probaba a hacer halterofilia paralímpica. Y yo ¿¿qué es eso??… Y hasta hoy”, dice con una carcajada. 

“La halterofilia es la herramienta perfecta para ganar fuerza y ser independiente. Me hace sentir bien y fuerte, y a nivel emocional es muy potente. El deporte te da el extra que te hace sentir bien en todos los ámbitos. Hago press de banca tumbada. Peso 50 kilos y levanto 101, eso lo máximo que he hecho en competición”, dice con una sonrisa. “Entreno de lunes a sábado y en función de cuánto quede para un campeonato son más o menos horas. Ahora entreno de dos a tres horas diarias”. 

“Ganar es conseguir algo que a priori parecía imposible. El año pasado por fin fui campeona de Europa, que es algo que no se había conseguido en España”, dice con una sonrisa radiante. “Lloré un montón porque pensaba: acabo de conseguir algo que era imposible. He estado también en cuatro juegos paralímpicos, donde he conseguido diploma paralímpico”.

“Puedes vivir del deporte si vendes bien tu imagen y encuentras patrocinadores. También es importante donde vivas. Yo soy de Extremadura y tengo muchas ayudas, pero, a pesar de todo, trabajo también de teleoperadora en una línea de atención al ciudadano de la Comunidad de Madrid porque me apasiona ayudar a los demás. Trabajo por las tardes y entreno por las mañanas”, dice sonriente.

“Me formé para ser actriz. Desde pequeña he querido serlo y sigo haciendo castings. Necesito que en el cine haya más diversidad. Es una manera de que nos normalicen”.

“Creé una fundación porque a nivel deportivo al principio fue muy desconcertante porque no sabía cómo entrenar, qué material comprar, cómo apuntarme a competiciones. Así que quería ser esa guía para personas que quisieran hacer halterofilia”. 

“También doy conferencias en colegios y alguna empresa, hablo sobre lo deportivo y sobre lo que me han aportado situaciones de tocar fondo porque se puede salir de ahí. Se trata de hacer lo que te apasione para disfrutar de la vida independientemente de lo que te diga el entorno”.

Loida compitiendo en los Juegos Paralímpicos de Río 2016. Fotos cedidas por la protagonista

La discapacidad no existe

“Para mí la discapacidad no existe porque no me ha impedido hacer las cosas que me apasionan. Es como la diferencia entre una persona que lleva las zapatillas blancas y otra que las lleva negras; hay ciertas cosas que físicamente no podrías hacer, pero las haces de otra manera. Puedo ser libre, la discapacidad no limita mi vida: o he pedido ayuda si algo no está adaptado o me voy a otro sitio adaptado que merezca que yo entre: esta empresa se ha preocupado por la sociedad y estos valores son importantes para mí. Creo que a esos sitios debemos ir todos más. Tiene que haber cambios a nivel estatal, si algo no está adaptado para todos, lo tienen que solucionar. No tengo ningún trauma psicológico por cómo nos han tratado, pero hay otras personas con discapacidad que sí”. 

“Antes de ir a los juegos de Londres mi pareja de ese momento me maltrató y me lesionó un brazo a un mes de los paralímpicos. En ese momento no te lo crees, no lo entiendes. Fue todo tan fuerte. En esa experiencia toqué fondo. Después de denunciar, hice rehabilitación y al final fui a los juegos”, dice contenta. “Si nos centramos en aquello que queremos conseguir en vez de en aquello que nos acaba de pasar, eso te ayuda a salir, a ser más resiliente. Después te da miedo que otra relación vaya a salir mal, hasta que me di cuenta de que podía seguir avanzando, que no tenía que ser la misma situación que la anterior. He aprendido que de todas las situaciones se sale aunque parezca imposible cuando tienes un proyecto que sea bueno para ti; que salga bien o no es lo de menos, hay que empezar a trabajar en ello y no esperar a que ocurran las cosas”. 

“Soy muy apasionada, lo vivo todo con mucha intensidad. El amor me rodea, empezando por mi actual pareja, que me ha hecho romper muros. Amar a mi familia, a las cosas que hago. A veces el amor da miedo porque te han sucedido ciertas cosas, pero el amor es algo bueno”. 

“El miedo siempre está ahí. Perder a las personas más importantes de mi vida es un miedo recurrente. Soy afortunada de tener lo que tengo y soy muy consciente de que todo se acaba y pierdes a esas personas. No suelo reflexionar sobre lo vivido, soy más soñadora a futuro. Ahora tengo muchos sueños que cumplir y estoy trabajando en ellos: uno es ir a París 2024, que son los siguientes juegos. Conseguir una medalla me encantaría”. 

“Me gusta conducir, ir al cine, pasear, entrenar, viajar y ayudar a los demás. Soy muy gamer también”, dice con una sonrisa. “Curiosamente no juego a videojuegos de deporte, sino de zombis, peleas, etc.”, dice riéndose.

“Me enfada la violencia, que una persona no controle su ira y haga daño a los demás; y me podéis hacer la vida más fácil no aparcando en plazas de movilidad reducida si no se necesita”. 

“Soy feliz pero también espero una vida mejor porque siempre se puede mejorar, claro que sí”, dice con una carcajada. “Hay personas y entidades como Iberdrola que me tratan como deportista de élite, pero hay otras que me tratan como heroína. Eso es raro porque yo simplemente me siento una persona normal que hace deporte. Me he ido adaptado a las situaciones que me han ido ocurriendo”. 

A Loida le ha tocado volver a adaptarse, días después de hacer esta entrevista le diagnosticaron cáncer de pulmón. “Emocionalmente es un jarro de agua fría”, dijo nada más enterarse. “Pero me conocéis y voy a luchar con todo. Es una noticia muy impactante, difícil de describir en palabras, pero siento ilusión y energía para batallar este nuevo reto de vida. Sé que tengo que tener paciencia e ir comprobando la eficacia de los medicamentos, pero sueño a lo grande y nada me gustaría más que compartir mis quintos Juegos Paralímpicos con vosotros”.

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