“Estoy hablando contigo y no sé bien lo que quiero transmitirte. Tu cabeza no procesa un argumento. Yo mismo no sé lo que estoy diciendo y la gente no te está entendiendo. Por eso me daba miedo enfrentarme a cosas”.
Por eso también tiene una chuletilla. Bueno, tiene varias. Hay cosas que no quiere que se le olvide contar ni cómo contarlas, así que las ha puesto por escrito. Me las lee cuando siente que se está liando. Tiene muchas cosas que decir y muchas ganas de hablar, pero no siempre sabe cómo hacerlo para que yo lo entienda.
“Me preocupa porque a raíz del daño cerebral hay una serie de interferencias en tu cabeza y no sabes si te estás explicando bien. Lo que intento es que se me pueda entender”.
“Soy Alfonso Magro. Tengo 51, creo. Nací en el 74. Los años los dudo algunas veces. Soy de Madrid y vivo en Valdemoro. Tengo daño cerebral adquirido”.
Se levanta y se sienta con agilidad. Momento que aprovecha para decirme: “También tengo movilidad reducida, ¿te imaginas por qué?… Es por la orientación. Me desorganizo. Me enseñaron a poner el teléfono para orientarme y para saber también lo que voy a tardar. He sido conductor de camión y repartidor, y tú fíjate ahora”.
Daño cerebral adquirido: procesamiento lento
“Uno de mis principales miedos es que estás desorganizado totalmente. Tu cabeza no está centrada en llevar una vida normal”.
“En comprar he entrado a una tienda y dar vueltas. No sabía comprar. Cojo una cosa, la mente se me va a otra. Organización económica fatal. No controlas como antes tus pagos. No controlas si es mucho o poco. Tienes tantas dudas en la vida y no sabes si bien o mal”.
“Todos los días pierdo cosas. Ya lo tengo asimilado. Es algo normal para mí. Me lo tomo de otra manera, no como antes. Me ocurre y empiezo a pensar en cómo solucionarlo. La mente está pendiente para intentar solventar lo que me va ocurriendo. Supone cansancio mental. Solucionar los problemas es lo que me hace sentir orgulloso. Llevo ya esta vida, me voy a confundir todos los días. Me acepto como soy. Tengo que seguir viviendo”.
“Las pastillas al principio no me las quería tomar. Luego ya sí. Con las pastillas tu cabeza se centra más. Antes iba andando e iba perdido”.
“Me levanto todos los días y digo bueno, a ver qué pasa. Intento salir para superarme poco a poco, pero tengo muchos inconvenientes”.
“Me siento como un incomprendido ante la sociedad porque la gente tiene sus problemas y se les olvida muy rápido que a ti te sucede algo. Se nos olvida que hay personas que necesitan un diferente trato. Yo no tengo las capacidades que ellos se pueden imaginar. No te enteras de nada, eso te lo dicen mucho. Que entiendan que no te enteras porque tienes un problema”.
“La cabeza tardo más en realizar todas las cosas que tengo que hacer. Me pongo en un bucle y si hay algo que se me atranca no llego a otra cosa. Si solo estás haciendo una actividad, lo llevas bien. Si haces varias a la vez, no puedes llevar todas seguidas. Mi cabeza es un procesamiento lento, ya no procesa como antes”.
“Para comprar ahora lo llevo anotado en una hoja y sé lo que tengo que comprar. Estoy más pendiente de lo que llevo y reviso todo. Así veo pronto que he perdido tal cosa –ayer, por ejemplo, se dejó la tarjeta del móvil en una tienda–. Intentar hacer las cosas por uno mismo. Vivo con mi mujer, pero me ha venido bien ser autosuficiente: consiste en lo que te va sucediendo saberlo solventar. Si me olvido una medicación mi mujer me lo dice. Aunque tú me veas así, yo soy dependiente. Tengo ley de dependencia. Tengo también lo del botón por si me sucede algo. Tengo alarma SOS y saben donde estoy. No la puse por la alarma, es porque lo comunicas y te van siguiendo. Me voy a un pueblo de Soria y saben donde estoy”.
“No sentir que tú no puedes hacer las cuestiones jurídicas y papeles. Tengo incapacidad absoluta. Estás informado, al día de todo. Me gusta ayudar a la gente con estos temas. Claro que tardas todo el día o varios días en solucionar una cosa, pero al final lo logro. Si me explico mal, lo intento escribir. Todo es a iniciativa mía. Es muy importante sentirte autosuficiente en la medida de lo posible. Tienes que trabajar tú y poner de tu parte”.
Daño cerebral adquirido: recuperación
“Una escalera que se resbaló y me caí. Me di con la cabeza en el cemento. Mi accidente fue en el 2019. Traumatismo craneoencefálico. No sabes con qué secuelas vas a salir después de la operación. Estuve en coma. No me mantenía en pie. El comer era complicado. Vas poco a poco”.
“Tardé años en darme cuenta de lo que estaba pasando. Tú piensas que estás bien, pero estás muy confundido. No era consciente de mi daño cerebral”.
“Tenía miedo a cómo me comportaba pero no sabía cómo solventarlo. En Ceadac te ayudan pero tu cabeza tarda más tiempo. Te ayudan a iniciarte en una nueva vida, pero sales sin alas. Allí te enseñan a cómo será tu nueva vida. Te enseñan a que sigas recuperándote. En estos cinco años he estado dándole que te pego a todo: terapia, rehabilitación. A raíz de no darme por vencido veo que todos los días aprendo algo. Gracias a mi empeño de todo”.
“Después de Ceadac mi terapeuta ocupacional me acompañó para ver si podía ir solo al centro Apanefa para seguir la rehabilitación. Y no podía. Si sabía sacar un billete de metro y no sabía. Empecé a ver que la vida fuera era muy difícil”.
“Hay veces que la mente puede contigo y te lleva a que la vida no tiene sentido. Empecé una depresión y una ansiedad. Ver que me confundía tanto y los inconvenientes que me iba causando. Lo daba por perdido. Ya me da igual. Tenía miedo a todo. No me atrevo a la vida”.
“Luego vas aprendiendo. Fue a raíz de apuntarme a un curso de foto y a gimnasia, que me servían como entretenimiento y para evadirme. En gimnasia hago mi taichí y mi yoga. Me ayudó mucho que me tenía que arreglar, asear. Estaba muy descuidado. Ver que estás introducido en la sociedad. En un principio sales sin alas y te vas estampando con todo lo que te vas encontrando. Sales de una manera que parece que se acaba el mundo. Te terminas cansando de tu vida, del trabajo que tienes que realizar para todo. Quieres volar y no puedes. Pum, te chocas. Pum, te chocas”.
“Tenía miedo por todo. Todo me agobiaba. Empiezas una rutina y la cabeza ya no está solo en el miedo a equivocarte. Cristina, mi terapeuta ocupacional, me empezó a seguir en Instagram. Qué fotos más bonitas y qué sentimiento tienen. Empezó a decir que por qué no lo sacaba a la luz. Yo creía que no tenían interés. Mi trabajadora social, Puri, dijo que las tenía que sacar para motivar a la gente en que tienen que salir adelante. Que no nos tenemos que parar, que tenemos que superarnos. Hicimos una exposición en Ceadac. Me sorprendí. Quedó tan bien. Yo no sabía que esto lo podía llegar a conseguir. Para mí ha sido un reto todo. Más orgulloso no puedo estar”.
“Las fotos se vuelven en emociones. Tienen como alma. Nos olvidamos de la gente que no va a volver. De las raíces. Mi fotografía es la de aquellos que no van a volver. Viajar por tus recuerdos. Es lo que intento, que nos remuevan lo que tenemos en nuestro interior. Vivimos tan rápido de todo. Intentar pararnos a nosotros mismos la vida. Quiero que te envuelvan, que te llenen el alma. Te voy a leer una frase que no es mía y que me gusta mucho: ‘Yo nací libre y para poder ser libre escogí la soledad de los campos’, Alonso Quijano, El Quijote”.
“Tenía que perder ese miedo, saber que puedo salir. Ha sido un proceso que he tenido que enfrentarme a muchas cosas y diciendo esto lo tengo que superar”.
Sin miedo
“Empiezo mi rutina, que es lo que me relaja: mis paseos, mi fotografía, pero también es avanzar en terapia. Paseo, oyes un pajarito, que te dé el sol. Siempre voy cargado con mi cámara”.
“Económicamente me queda una pensión. Eso sí, me lo gasto todo. Quiero vivir. Pero tengo que ser consciente del daño, no quiero que esto se me vaya de las manos. Ahora estoy empezando a disfrutar después de cinco años. Si se me rompe algo, si pierdo algo, ya estoy acostumbrado. Después de una depresión he visto todo negro. Ha sido hundirme. No me puedo hundir más”.
“Lo que intento es ser feliz. Lo he intentado siempre. Estoy harto de oír no te enteras. Mira, una cosa muy importante: la sociedad o las personas hacen que tengamos más miedos a poder llevar una vida normal. Estás en la vida y todos los días surgen problemas. He entendido que tengo que aprovechar el tiempo al máximo. En nuestro estado se necesita una vida más tranquila pero no podemos llevarla”.
“Estoy orgulloso de todo lo que he aprendido con mi daño. Años de sacrificio, de seguir adelante, seguir luchando. En esta entrevista estoy hablando y tengo miedo, no sé si es lo que tengo que decir. Intento conseguir que personas que pasamos inadvertidas que tengan en cuenta que se puede aprender mucho de ellas”.
“Tengo que realizar actividades aunque me equivoque. Yo sé que me voy a equivocar. Intentarlo siempre. Al principio me sentía culpable de muchas cosas y no tienes que sentirte culpable de nada. Quitarle importancia a cometer errores. Si nos equivocamos, que no lo llevemos como un trauma. Yo lo llevaba así”.
“Amor para mí ha sido comprenderme a mí mismo. Saber qué dinámica tengo que tomar para encontrarme conmigo mismo, lo que necesito, mi relajación. Intento sentirme bien con mi estado nuevo de vida que tengo que llevar. El amor a sentirte apoyado, a que te entiendan. Todos necesitamos ayuda. Me tengo que preocupar de mí. Lo aprendí cuando toqué fondo. Yo no sabía lo que era una depresión y no se lo recomiendo al peor enemigo. Afronto la vida de otra manera. Me he dado cuenta de que con pequeños logros soy feliz y eso es lo que necesito. Los sueños se me están cumpliendo como la exposición”.
“Estoy empezando a saborear y ser valorado mi trabajo. Creía que esto era imposible. Al revés, ya no tengo miedos. He pasado tanto, que ya… Ahora estoy bien. No cojeo, pero es que estoy cojo de la cabeza y esto no se cura”.
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