“Soy Alberto González Carrascal, tengo 27 años y soy de Madrid. Mi trastorno es el TOC, Trastorno Obsesivo Compulsivo. Es un trastorno caracterizado porque se tienen una serie de obsesiones que generan mucho terror. Son obsesiones sobre cosas malas que giran en torno a conceptos moralmente reprochables o censurables. Sin miedo no hay TOC, tienes tanto miedo que te tiene esclavizado. El TOC se nutre de tus miedos más profundos. Cuando yo estuve peor era vivir en terror constante. Estás asustado de tus propios pensamientos, de ti mismo. Y contigo mismo vives todo el día…”.
“Asociado a esa serie de obsesiones, hay una serie de compulsiones que realizamos para, inútilmente, intentar calmar esa ansiedad que produce el miedo que sientes. Las compulsiones son inútiles porque a corto plazo te calmas, pero le das más munición al TOC para atacarte de nuevo. Tú tienes una obsesión, compulsionas y de ahí pasas de tener un pensamiento obsesivo a tener cuatro. El TOC es ese amigo que te lleva a las drogas. El TOC te dice: si haces la compulsión, te calmas. Como una vez ‘funciona’, luego lo vuelves a hacer y para cuando te das cuenta te pasas el día compulsionando. Yo eché cuentas con mi psicóloga y podía estar nueve horas compulsionando al día”.
“Por lo visto obsesión viene de una palabra latina que significa asedio”.
TOC de la homosexualidad y TOC puro
Alberto está seguro de que siempre ha tenido TOC, aunque cuando era niño y adolescente no lo sabía. Su primer recuerdo es de cuando tenía 10 años, pero no fueron episodios muy graves y siguió con su vida. “Simplemente yo pensaba que eran manías. Decía que era muy obsesivo, que me rayaba, porque era consciente de que a mí se me quedaban cosas en la cabeza”.
Todo cambió a los 21 años. “El TOC es multifactorial y se coge de varias cosas de tu vida. Yo estuve en un colegio donde no estaba bien vista la homosexualidad. Desde mi adolescencia yo intuía que era gay, pero en mi colegio ese tema generaba rechazo y yo pensaba joder, espero que no. Entonces le empecé a coger miedo a esa idea porque yo quería ser uno más”.
“Recuerdo cuándo fue: yo vi a un chaval que me parecía muy guapo y a partir de ahí el TOC empezó a hacerse conmigo y empecé a compulsionar. Fueron dos años horribles con el TOC de la homosexualidad, dedicaba todo el tiempo a saber si era o no gay. Veía a un tipo guapo y me pasaba las horas pensando si me gustaba o no”.
“Mi TOC es un TOC puro, yo no tengo compulsiones físicas, es todo mental. Estaba, por ejemplo, una hora encerrado en el baño de mi casa pensando si este tío me gustaba o no. Hay una tendencia a pensar que la gente con TOC es la que cierra y abre una puerta 20 veces cuando compulsiona o apaga y enciende infinitas veces el interruptor de la luz, pero lo mío es todo en la cabeza”.
“El TOC se apodera totalmente de tu vida porque le dedicas el día a pensar, tu mente no para nunca. Si compulsionas una hora pensando y tienes varios pensamientos de esos al día, pues calcula…”.
“Yo intentaba hacer vida ‘normal’, con unas comillas gigantes. Intentaba quedar con gente, ir a ver películas –le encantan–, y lo que pasaba es que no disfrutaba de nada de lo que hacía. Iba a la película con la esperanza de que la iba a disfrutar, pero me había fijado en el extra que salía al fondo y ya toda la película pensando si me gustaba o no. No me quedaba en casa, pero el sufrimiento era el mismo”.
La excepción a la regla
Después de años de sospechas, Alberto aceptó que era gay y salió del armario. Entonces su TOC de la homosexualidad desapareció. “Algo muy importante y que quiero dejar claro es que esto es una cosa cien por cien mía que no suele ocurrir con la enfermedad. El 99% de los pensamientos del TOC son pensamientos obsesivos que nunca se cumplen, pero el mío se cumplió… El TOC de daño, por ejemplo, la gente que piensa que coge un cuchillo y se lo va a clavar a sus seres queridos… pero eso nunca va a pasar. En mi caso mi TOC se nutrió de una forma retorcida de un proceso sexual que yo estaba pasando. Por eso cuando desapareció mi TOC de la homosexualidad pensé que lo que había vivido era un proceso de autodescubrimiento sexual, pero para nada. Había ganado una batalla, pero no la guerra. La clave es que yo no sabía que había un trastorno. Se me pasó un pensamiento obsesivo pero no la enfermedad porque nunca había combatido al enemigo, que era el TOC, no había atacado el problema de raíz. Yo pensaba que era una mala racha pero para nada pensé que tenía un trastorno. Y no estaba haciendo más que empezar…”.
“Quiero que quede clara la diferencia entre mi caso y los demás. En el mío dio la casualidad, no es la norma. Y que un TOC se cumpla en mí no quiere decir que el resto de los TOC que vaya a tener en mi vida se vayan a cumplir”.
Después de salir del armario Alberto pasó 10 meses muy bien. Durante ese tiempo no tenía ni idea de lo que se avecinaba.
TOC de la pedofilia
“Entonces el TOC se buscó otro sitio para pillarme. Se nutrió del hecho de que al padre de uno de mis mejores amigos de toda la vida –fuimos juntos al colegio, éramos vecinos, prácticamente nos criamos juntos– inesperadamente lo metieron en la cárcel por pederastia y lo viví súper de cerca. Presencié cómo la vida de esa familia se iba a la mierda. Y el TOC empezó: mira esto qué terrible. Y lo siguiente fue justo TOC de pedofilia, que es el mío”.
“Yo tengo muy claro que no voy a violar a nadie, pero el TOC te autoconvence de cosas, ataca a tus valores y además mi TOC se nutrió de un miedo: si se cumplió el TOC de la homosexualidad, los demás también se van a cumplir”.
“Cuando empezó el TOC de la pedofilia yo pensaba que estaba loco, pero cómo puede ser que yo ahora quiera hacerle algo a niños. Entonces dije esto no puede ser y me apunté a terapia”.
Tras pasar por un primer psicólogo que sospechó que tenía TOC, Alberto aterrizó en Planeta TOC, una asociación especializada en este trastorno. “Para mí fue el punto de inflexión en mi vida. Ahí se puso en mi mira el enemigo real. Cuando me dieron el diagnóstico sentí alivio porque a mí lo que me daba miedo era la pedofilia, como si el TOC no fuera un trastorno mental… pero luego ya me di cuenta y fue como coño, estoy loco, y se me desarrolló un metaTOC, que es el TOC que se obsesiona con el TOC”.
“Me percaté de que el TOC era una cosa incurable. Pensé: soy un enfermo mental, mi vida va a ser horrible… y eso me derivó en una serie de paranoias. Lo catastroficé todo, en mi línea, y acababa en suicidio. Así que el TOC de la pedofilia se me juntó con el metaTOC y el TOC de suicidio. Yo pensaba que era un loco, un pedófilo, un suicida. Imagina cómo era mi vida. El sufrimiento es para mí la clave del TOC”.
“Jamás, jamás, jamás me intenté suicidar. Yo tenía miedo del suicidio pero jamás he tenido un intento de suicidio a pesar de pasarme un día entero pensando en si lo quería hacer”.
¿Es posible que alguien que tenga TOC de la pedofilia se convierta en pedófilo?
Tanto Alberto como yo somos conscientes de lo complejo que es hablar del TOC de la pedofilia. Por eso hemos decidido que Susana Bermejo, terapeuta de Alberto y psicóloga de Planeta TOC, participe en esta historia.
“Lo primero es que el TOC y la pedofilia son dos trastornos diferentes”, explica Susana. “Para mí la clave en todos los tipos de TOC, porque todos funcionan igual –el de la pedofilia, el de contaminación, el de repetición, etc.– es que no hay deseo, hay miedo. Alberto no desea a los niños, sino que tiene miedo por si fuera pedófilo. Tiene miedo a sentirse atraído, pero no tiene miedo a hacerles nada porque sabe que no. Es común que el miedo vaya más relacionado con no voy a ser aceptado por la sociedad si me gustan los niños, entonces no voy a ser feliz…”.
“Sí”, dice Alberto. “Yo tengo miedo a la posibilidad de que me gusten los niños, pero mi miedo final es a las consecuencias que acarrea la pedofilia por lo que vi en la familia de mi amigo. Tenía terror a que mi vida se destrozara, a ser infeliz. Yo no quería acabar como el padre de mi amigo”.
“A pesar de que el TOC de la homosexualidad de Alberto se hizo real, es improbable y poco frecuente que esto suceda”, continua Susana. “Es una distorsión grande pensar que como ha ocurrido va a volver a suceder. Yo le pongo el ejemplo de si has suspendido el examen de Matemáticas y piensas que no lo vas a volver a aprobar nunca”.
“Yo he entendido”, prosigue Alberto, “que se me juntó una cosa real con un TOC, que es algo que no pasa casi nunca y que eso no es determinante de que vaya a volver a pasar. De hecho el TOC suicida no se ha hecho real”.
“Mi trabajo con Alberto va en aceptar la incertidumbre que nosotros de forma natural aceptamos pero él no. Yo puedo ver un niño muy guapo y pensar qué niño más guapo, a ver si ahora voy a ser pedófila porque me parece muy guapo ese niño… También puedo acercarme a una ventana y pensar ¿y si me tiro? O que mi hija se pase toda la noche llorando y pensar en lanzarla por la ventana. Todos tenemos ese tipo de pensamientos intrusivos en algún momento. A nosotros eso nos pasa y piensas que es una tontería y lo desechas, pero ellos no por un fallo en el cerebro. Ellos se los creen. Las personas con TOC tienen baja tolerancia a la incertidumbre, por eso hay que trabajarla. Yo no sé si algún día me suicidaré, tampoco sé si un día desarrollaré pensamientos pedófilos, pero puedo vivir con esa incertidumbre. Igual que tú e igual que las personas que no tienen TOC. Mi trabajo es que acepte esa incertidumbre con la que los demás sabemos vivir”.
“Alberto tiene que ‘reeducar’ su cerebro y tolerar la incertidumbre de no saber si es o será un pedófilo. Yo no puedo resolverle esa duda porque luego le vendrá una duda nueva. Resolverle la duda no le soluciona el problema, lo que hace es agravarle el TOC. Lo que hace que mejore él –y las personas con TOC– es que sepan tolerar esa incertidumbre. Ellos tienen la tendencia a resolverlo y preguntan. A mí Alberto me decía al principio: ¿Tú me vas a decir si soy pedófilo o no?”.
“Yo quiero pensar que no soy un pedófilo, pero aun así no me lo acabo de creer y esa es la clave de mi curación, que puedo convivir con ese miedo mortal y seguir adelante a pesar de tener estos pensamientos”.
La terapia del TOC
En Planeta TOC Alberto hizo con Susana una terapia específica para su trastorno. “Yo fui a hablar de pedofilia y acabé hablando del TOC. Antes sentía que era como dar puños al aire y ahora le pego puños a lo que realmente es”.
“En todo tipo de TOC la clave es tolerar la incertidumbre, no hacer las compulsiones y no alimentar al TOC”, explica Susana. “El TOC te pide constantemente darle leña y yo lo que hago es seguir los cuatro pasos de Jeffrey Schwartz”, continua Alberto. “Es una herramienta muy típica que yo ya tengo interiorizada. El primer paso es que te viene un pensamiento y lo identificas: te dices esto no es un pensamiento real, me viene determinado por la enfermedad. El segundo es etiquetarlo, lo calificas como un pensamiento TOC y no como un pensamiento normal. Como la clave es evitar la compulsión, el tercer paso se basa en la actividad, tienes que reenfocar. Cambias la compulsión que te pide hacer ese pensamiento TOC por una actividad que atraiga tu atención plena y que te guste. A mí la actividad que mejor me va es estar conversando con gente. Así aguantas el pico de ansiedad mientras estás haciendo esa actividad y finalmente el pensamiento se acaba yendo. El último paso es reflexionar sobre lo que acabas de hacer, lo que acabas de vivir. Es asimilar la experiencia y decir esta vez ha funcionado, así que la próxima también puede funcionar, y la próxima, y la próxima…”.
“A base de hacer estos cuatro pasos tu mente se va fortaleciendo. Coño, ahora siento que voy hacia algo. Empiezas a ver la luz, el final de este camino de espinas. Tú no puedes controlar que te vengan sesenta mil pensamientos al día, lo que puedes controlar es la compulsión: cómo reaccionas a esos pensamientos que no son racionales. Y ahí fue cuando me di cuenta de que mejoraba, que se te podía acabar yendo un pensamiento sin compulsionar, que era el camino que yo conocía hasta ese momento”.
¿El TOC tiene cura?
“Ahora puedo pasar tres días sufriendo, pero se acaba yendo. Decir yo también puedo hacer que mis pensamientos obsesivos se vayan es empoderamiento. Solo me cuesta más que a una persona normal, pero lo puedo hacer y eso es lo que se entiende como curación. No hay que atacar diciendo yo quiero que se me vayan los pensamientos pedófilos. No, hay que atacar la compulsión que es lo que alimenta al TOC”.
“Alberto puede dejar de tener en algún momento pensamientos de pedofilia, pero el TOC puede mutar y cambiar a TOC de contaminación, por ejemplo”, completa Susana. “Los pensamientos te pueden seguir viniendo, el tratamiento a lo que te lleva es a que no afecten a tu vida. Nosotros actuamos sobre las compulsiones para dejar de alimentar al TOC e indirectamente vienen menos pensamientos, pero nuestro objetivo es aprender a aceptar esos pensamientos, luego desecharlos y no engancharse con ellos”.
“El TOC no se cura porque es un trastorno crónico”, sigue Alberto. “Lo que nosotros entendemos como curación es que no afecte negativamente a tu vida. Curarte no implica que se eliminen los pensamientos, pero yo ahora le dedico un uno por ciento del día a esos pensamientos. Noto reducción del nivel de intensidad de los pensamientos y del miedo que me generan. Tienes rachas mejores y peores pero ahora mi vida no está determinada por mi TOC y vivo como cualquier otra persona. Ahora estoy en unos días un poco peores y notas que dedicas más tiempo a compulsionar, pero ahora me pasa y no tengo ese miedo horrible de Dios mío, voy a estar fatal. Ahora sé que se me va a pasar, pero antes no le veía fin”.
“Todavía pienso que puedo ser un pedófilo porque mi mente TOC no me permite otra cosa”. La diferencia es que ahora puede vivir con ello, que no le produce un terror constante. “Él todavía no ha resuelto la duda, igual que yo tampoco sé si me acabaré suicidando en un futuro. Yo tolero esa duda y Alberto ha aprendido a tolerar la suya”, añade Susana.
La nueva vida de Alberto
Alberto ya no va a terapia. Ahora está en seguimiento para prevenir recaídas.
“A mí me encanta el cine. Trabajo en el departamento de montaje de una serie de Antena 3 que se llama Alba. Por otro lado estoy preparando un guión y también estoy grabando un corto de acción. Me siento útil y activo, y eso me gusta. Mi vida ahora es completamente satisfactoria, para mí 2020, a pesar del coronavirus, ha sido un año buenísimo. Lo que me empuja a seguir todos los días es tener una vida de la que me puedo sentir orgulloso. Miedo voy a tener siempre, pero ya es algo con lo que puedo lidiar”.
“Para mí es importante hablar del TOC y del TOC de la pedofilia porque viendo que hay esperanza te dan ganas de ayudar al prójimo. Yo en mis momentos más malos hubiera agradecido que alguien me cogiera la mano y me dijera sí se puede. Yo quiero dar ahora la otra cara de la moneda: no es solo el sufrimiento, hay empoderamiento, te puedes hacer cargo de tu propia mente”.
Mi familia y mis amigos saben todo, también lo del TOC de la pedofilia, y me apoyan al máximo, pero sé que es un TOC que genera rechazo a nivel social y que hay mucho desconocimiento. A mí me parece una putada tenerlo, ¡no me podía haber obsesionado con el cáncer, coño! Por eso me da miedo contarlo aquí contigo porque sé que es un tema delicado. Me da miedo que la gente lo rechace, sé que la mera mención de la palabra pedofilia genera rechazo. Pero es un TOC más y es importante que hablemos también de los TOC que no son socialmente aceptables. Es importante para una persona que le pase lo mismo y lea esto que diga no estoy solo”.
“Me gustaría que me vieran como a una persona con un problema que no me excluye de una vida normal. En cuanto no encajas en el estándar de normal por alguna cosa parece que ya no puedes ser normal en ningún aspecto más de la vida. Y eso no es verdad. Yo soy una persona que quiere lo mismo que cualquier otra: encajar y ser feliz. Y es más, lo podemos conseguir. Yo creo que estoy en el sendero correcto”.
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Ana
Gracias Alberto por compartir lo que te pasa y hacerlo más cercano.
Tenía muy poco conocimiento que es el TOC.
También gracias a Winnie por hacerte la entrevista, me ha gustado mucho, me parece que son muy valientes todos los entrevistados 🙂 🙂 🙂
Un abrazo 🙂
Winnie
Mil gracias, Ana
Pedro
El miedo, es una emoción que nos mantiene vivos, pero también a veces nos bloquea o provoca situaciones que no deseamos.
Me parece muy valiente hablar como lo ha hecho de un tema tan delicado y animarle a que siga en contacto con personas que puedan ayudarle a convivir con el TOC.