“Mi padre es gitano y mi madre paya. Yo me he criado entre dos aguas y a veces es complicado encontrar tu sitio”. A su madre la llamaban la rubia y a su padre el negro. Sandra Carmona Durán tiene 35 años y es de Málaga. Tiene los ojos azules, la piel blanca y el pelo tirando a claro. Sandra es una orgullosa gitana por parte de padre.
Vive en el barrio de Santa Rosalía-Maqueda a las afueras de Málaga, en la zona del interior. Como ella misma dice nada más abrirme la puerta: “Esto es campo”. Vive en el piso de arriba de una casa campestre con cuatro gatos. Tiene también un pequeño huerto y una gallina. Para ella es importante vivir en el campo, le encanta.
Me dice que es tímida y que lo que más le preocupa de contar su historia son las repercusiones que pueda tener en su familia.
Encontrar tu sitio entre gitanos y payos
Al principio Sandra sentía que no encajaba “ni aquí ni allí”, ni entre payos ni entre gitanos. “Empiezan a enseñarte que las cosas de la familia gitana es lo salvaje, lo sucio, lo de que no sabes comportarte. Y que todo lo payo es lo fino, y mira cómo habla, se cree más que nadie”. A Sandra le llegaban estos mensajes por parte de sus familias materna y paterna. “Mis padres se separaron cuando yo tenía 9 años. Me he criado en esta barriada con mi madre y en Cártama con mi padre. Yo llegaba aquí y era la salvaje, y cuando iba a Cártama era la fina, la pija”.
Está sentada en su amplia cocina con las piernas cruzadas sobre una silla. Es agradable, tranquila y cuidadosa. La preocupación por no herir a nadie de su familia está presente durante toda la charla. No mide sus palabras, pero sí está pendiente de cómo hacer llegar su mensaje de manera que no resulte ofensivo.
“No tuve una infancia fácil. Mi madre para mí es un ejemplo de fortaleza, ha luchado muchísimo”. En aquella época interiorizó que todo lo que había vivido de la parte gitana era doloroso, no que ser gitano fuera malo, sino doloroso. Ahí empezó un desapego de lo gitano. “Soy hija única. En la adolescencia tenía muchos conflictos emocionales y de identidad, y para mí apartarme del dolor era apartarme de la parte gitana. Pero no renegar de raza. Era algo mío personal y tampoco quería dar explicaciones de si era gitana, así que no decía ná”.
A este alejamiento de lo gitano contribuyó su propio padre. “Me decía que con un gitano no me fuera a ir, que él lo había pasado tan mal siendo gitano que no quería que yo pasara lo mismo. ‘Tú no pareces gitana, no tienes la necesidad de pasarlo mal’, me insistía. Todo esto lo hemos hablado después y es cuando me ha explicado por qué me decía lo que me decía”.
Cuando era pequeña Sandra no entendía nada de gitanos y payos, ocurrían cosas a su alrededor que se escapaban a su comprensión. Como que su padre le dijera lo que le decía. “Me acuerdo un día que yo estaba en la escuela, en el patio, y vino mi padre a verme por la reja y la profesora dio la alarma. Me llamaron de dirección para ver quién era esa persona porque había profesores que no sabían que mi padre era gitano. Me dijeron que si quería hablar con una asistente social y yo no entendía nada”.
Sandra iba notando cosas y todas relacionadas con ese dolor vinculado a lo gitano. Estas cosas “hicieron en mí que yo hasta hace poco firmara como Durán”, –anulando su apellido gitano Carmona–. Y así firmó desde que era adolescente hasta hace un par de años. “Como tuve muchos conflictos en la adolescencia por tener padres separados y pensaba que todo lo gitano me hacía daño, empecé a firmar como Durán”. El tiempo transcurrió y “he pasado de estar enfadada con esa parte de mí, a decir: yo soy esto y yo no tengo la culpa, la tenéis vosotros” por el trato que da la sociedad al pueblo gitano.
Orgullo gitano
A pesar de no haber usado el apellido Carmona durante años, lo de Sandra no fue una ruptura. No llegó a desvincularse, por eso le dolía cuando oía según qué cosas en relación a los gitanos. “Siendo adolescente ya empiezas a escuchar cosas que te afectan y yo siempre he estado muy orgullosa de ser la hija de mi padre por cómo es mi padre”.
Sandra recuerda que “estaba en la escuela, en ESO, y un niño se puso a hablar de que éramos flojos, que teníamos piojos, que éramos unos puercos. El niño se pinchó el dedo con un compás y me dijo: ‘mira, esta sangre es sangre limpia’. Y se me quedó grabado. Fue de los primeros comentarios que más me chocaron. Qué conciencia podría tener este niño, porque éramos muy pequeños… supongo que sería lo que oía en casa. Y luego ya veinte mil cosas más, y si yo estaba enfadada, saltaba”.
A día de hoy Sandra es una orgullosa gitana. Incluso su padre ahora está orgulloso “de que yo hable de la comunidad gitana”. Pasó de advertirle sobre lo que suponía ser gitano a decir con satisfacción: “Mi niña trabaja con la comunidad”.
Sandra lleva en su mano izquierda una pulsera con la bandera gitana. Bandera que simboliza también el tipo de vida que es muy importante para ella: “El estar unida a lo rural. Yo salgo aquí fuera”, dice señalando el campo, “y a mí me da la vida”. Sandra se considera de pueblo, afirma que su barriada es como un pueblo y es cierto. “Yo quiero seguir en lo rural y dar vida a lo rural”. No comparte en absoluto la realidad urbanita, “en las ciudades cada vez hay un sentimiento más grande de soledad aunque viva un porrón de gente junta en el mismo edificio”.
Precisamente eso es lo que más le gusta a Sandra de los gitanos, el sentido de comunidad, “que te abren las puertas de las casas”. A Sandra también le encanta una juerga flamenca. De su padre ha heredado su cultura musical, que incluye a Bob Dylan, Patti Smith o The Velvet. Y a los dos les encanta también el flamenco. “Me encanta bailar, pasármelo bien. Yo tengo primas que bailan mejor que yo, pero no importa, lo importante es divertirme. No hay ese corte ni esa timidez. ‘Con lo paya que parece qué bien baila’, han llegado a decirme a veces”.
Estereotipos gitanos
“Al crecer no he llegado a sentir que no estaba integrada en la sociedad, pero es por mi aspecto físico”. Sandra no encaja en los clichés, estereotipos, prejuicios o ideas preconcebidas de lo que se supone que tiene que ser una gitana. Pero no son solo los estereotipos que tenemos los payos, sino que también hay gitanos que creen en estos clichés. “No encajo en el estereotipo gitano. Para mí el hecho de que el ser gitana conlleve hablar de una manera, me supera”. De hecho, Sandra no solo no tiene el más mínimo deje gitano, sino que tiene poco acento malagueño.
Sandra tampoco soporta los estereotipos de la manera de comportarse o expresarse que se supone tienen los gitanos o el cliché de que son poco higiénicos. “Yo he entrado con mi padre a algún supermercado y automáticamente el de seguridad detrás. Que te vamos a engañar, timar, todo eso me molesta mucho”.
En su caso “el problema viene porque si tú no tienes esos rasgos, ya no perteneces. Pasa con gitanos y payos. Tenemos que ser morenas, ojos negros, con los corales y el moño. El moño es importante. Yo a veces siento que tengo que demostrar en la parte gitana que soy gitana, y yo quiero que me vean como igual para integrar la idea de la diferencia. El hecho de que yo sea diferente hace que algunas de las mujeres se planteen cosas. Algo que en su mente no está, pero al conocerme se lo plantean. En mi familia paya también está el ‘ay, hija por qué te está interesando ahora lo gitano’. Pero yo creo que tengo el mismo derecho y me afectan y me enfado por los prejuicios gitanos. Me duelen como a cualquier gitana y me tengo que preocupar”.
“Yo soy gitana por parte de padre y paya por parte de madre, ¿qué tengo que hacer para ser gitana según tú? El problema no es mío, es tuyo. Cuando me dicen que no soy gitana –ya sean payos o gitanos– me molesta porque soy yo. Para mí lo ideal es que digan: pues ya está, eres gitana. Como si dijera que de parte de padre soy de Washington, entonces a mí no me dirían tú no eres americana. Como yo he tenido la suerte de tener la piel blanca y de poder estudiar, pues claro, que tengo que demostrar que soy gitana. Pero ahora siento que ya no tengo que demostrar nada a nadie”.
Diversidad entre las mujeres gitanas
Sandra está encantada y muy ilusionada porque actualmente uno de sus trabajos es con mujeres gitanas a través de Fundación Secretariado Gitano. “Mi objetivo es que ellas entiendan que yo soy igual de gitana que ellas. Que entiendan los estereotipos y que nosotras no podemos ser nuestras propias verdugas y darnos con el látigo entre nosotras. Está tan integrado el estereotipo que hasta entre nosotras mismas decimos que estás apayada, que es no vivir las costumbres gitanas”.
“Es importante que se vea que las gitanas somos muchas y muy diferentes, pero igual de gitanas. Somos más de las que parece que somos, estamos en muchas partes. Todavía hay trabajo por delante, mucho por hacer. He llegado a escuchar hablar de feminismo en India, en África, pero nada de la población gitana, y eso que puede que haya una gitana escuchándote. Si no hablas de nosotras, cómo vamos a existir”.
En su afán por tender puentes entre la comunidad paya y gitana, así como dentro de la propia comunidad gitana, Sandra a veces se pregunta en qué lío se ha metido. Tiene la sensación de que en otros contextos hay más camino recorrido –LGTBI o refugiados, por ejemplo– que en el mundo gitano. “Yo eso es lo que siento, que no se conoce tanto la situación ni la problemática. Hay que visibilizar a las mujeres gitanas porque no existimos. Dime una gitana que no se dedique al flamenco, a la música, a la farándula… Bueno, ahora está de moda poner una gitana en tu partido político…”, dice con una media sonrisa. “Pero las mujeres no se conocen, son invisibles y es importante que salgan del contexto de la comunidad gitana. Que pierdan el miedo al rechazo y empiecen a hablar de ellas mismas. Nos daremos cuenta entonces de que no hay tantas diferencias. El contexto no es el mismo, pero las mujeres payas y gitanas tenemos muchas cosas por las que pasamos que son iguales. Hay que escuchar de verdad a las mujeres, apoyarnos entre nosotras”.
“Yo como gitana –ella viene de una familia que no sigue al pie de la letra todas las tradiciones– hay cosas que tengo que decir con mucho tacto. Yo no soy más gitana si me hago el pañuelo, si me piden, si me caso con un gitano, si vivo dentro de todas las tradiciones gitanas. Y eso hay personas en la comunidad gitana que no lo entienden y es normal. Hay personas que respetamos esas costumbres pero no las hemos vivido ni estamos en ese punto. Tienes que entender a la que te dice eso y a la otra. Guardar la honra, por ejemplo. Mi tía dice ahora que ella le guardó la honra al abuelo, pero que no quiere eso para su nieta porque conlleva muchos conflictos. Se debería tener en cuenta qué quieren ellas, aunque a veces son tan niñas que tienen un criterio prefabricado. Yo he visto a niñas que te dicen que no quieren pañuelo pero que lo van a hacer por sus padres, para que estén orgullosos de ellas. Y tú tienes que entender que lo haga o no lo haga, yo soy igual de gitana que tú. Y claro que el pañuelo me choca, me gustaría que avanzar en las tradiciones no fuera perder tu identidad. Pero esto es muy difícil, hace falta apertura de mente, perder el miedo a integrar la palabra cambio e integrar que dentro de la comunidad hay gente que no piensa como tú”.
“Yo respeto todas las posturas porque pienso en mi familia. Yo quiero respeto y he aprendido a respetar. Si tú como minoría no eres capaz de interiorizar el respeto, malamente lo llevas”.
Gitana, lesbiana, feminista
Así se define Sandra. En cuanto a diversidad, ella va servida. Sandra es feminista por “cómo he visto a mi madre luchar. He visto contextos muy machistas y desde adolescente yo ya sabía que las mujeres teníamos que tener nuestros derechos. Lo tenía súper claro. Hay machismo en el lado gitano y en el payo. En el gitano lo de guardar la honra, el pañuelo, que se le obliga a ella a ser virgen y no a él. A mí eso me choca mucho”.
En cuanto al hecho de ser lesbiana, Sandra se sintió muy sola al principio. “Cuando me empezó a gustar una niña y no sabía a quién decírselo. En esa época yo era súper homófoba”, dice con una carcajada, “para que no dijeran nada de mí” y no levantar sospechas sobre su condición. “Pero duró poco”, añade con una sonrisa divertida. “Yo también he vivido en un contexto payo y eso me da fuerza para decir: soy lesbiana. Me ha costado llegar a este punto pero ya hay cositas que se han superado”.
Su padre es “súper colega de mi pareja. Se siente orgulloso de ella. Mi padre se ha criado con leyes gitanas y no es homófobo. Le costó al principio y todavía hay cosas que tiene que integrar”, pero tienen una relación muy buena. Así que de nuevo no todos los gitanos son iguales, aunque Sandra conoce a “personas que se han tenido que ir de casa por su homosexualidad. Yo tengo el apoyo de mi familia –y aun así tiene familiares payos y gitanos que no lo entienden–, pero hay más personas como yo que necesitan ese apoyo. No los rechaces, ese es el mensaje que quiero dar. Se pasa muy mal y se sufre mucho, así que no rechaces a alguien que has conocido y querido, es tu hijo, tu primo, tu amigo… Que los apoyen y que los quieran porque son la misma persona que eran”.
“Lo cuento por si alguien se puede sentir identificado conmigo para que no se sienta tan solo. Si siente un rayito de luz, yo me doy por satisfecha. Que sepan que hay personas en su misma situación que pueden ayudarles, apoyarles”. Sandra sueña con tener un espacio al que “estas personas puedan acudir y sentirse a gusto, así como sus familiares, porque se necesita un apoyo que no existe”.
Integración entre payos y gitanos
Sandra cree que si se da a conocer la comunidad gitana y su diversidad, empezará a haber cambios. A ella le da rabia que los payos se pregunten por qué los gitanos no quieren integrarse. “¿Qué sabe la gente sobre la historia del pueblo gitano? Llevan siglos queriendo ser exterminados por ti, payo. Aquí no conocemos la historia de los gitanos. En el siglo XVIII hubo un decreto de exterminio, se nos quería borrar del mapa. Llega la Segunda Guerra Mundial y existe un holocausto gitano”. Según Secretariado Gitano, se calcula que entre medio millón y un millón de gitanos fueron asesinados en los campos de exterminio nazis. “Luego viene aquí la Ley de vagos y maleantes que también afecta a los gitanos, y ¿quién sabe todo eso hoy?”.
“No es fácil integrarse cuando has sido un pueblo oprimido durante siglos y ahora convives con el opresor. Y el opresor ni siquiera sabe que es opresor. Si conoces el pasado, quizás entiendas mejor el presente. Claro que yo también tengo que integrarme, pero no es lo mismo ser el pueblo oprimido que el pueblo opresor. A ti tu padre no te dice que no seas paya. El mío sigue viviendo ese miedo y ese rechazo por ser gitano y no lo quiere para mí”.
Así pues, lo que menos le gusta de los payos es que piensen que los gitanos no se quieren integrar. Y dicho esto añade que lo que menos soporta de los gitanos es que piensen que los payos no los van a integrar. “Y ese bucle es eterno. Pero no es así, hay payos dispuestos a esa apertura. Hay gente que quiere integrarse y que quiere integrar”.
Sandra es técnica de caracterización. Es una apasionada del arte, aunque como desde pequeña le dijeron que de eso no se vivía, se pasó 12 años trabajando en una empresa. Estudió Magisterio también porque le encanta la enseñanza. “Para mí la educación es la base de todo”. También hizo un ciclo superior de ilustración, por lo que Sandra a día de hoy se considera artista e ilustradora, además de profesora de dibujo e ilustración. También da clases a mujeres gitanas en distintas ciudades con Secretariado Gitano. “Me puedes quitar un plato de comida pero no me puedes quitar un lápiz y un pincel. El arte es lo que me ha ayudado, lo que me mantiene viva, lo que me ayuda a levantarme cuando me he caído. No es un hobby, es aire, mi aire”. Pero no es solo arte. El compromiso de Sandra con la integración y el respeto a las personas lo lleva también a la escena laboral. “Me encantaría unir la intervención social y el arte. Intentar cambiar las conciencias a través del arte, eso es para mí la ilustración”. Recientemente ha ganado el concurso del cartel de la Feria del Libro de Málaga.
El arte como forma de cambiar conciencias. “Y me gustaría también que lo que yo cuente hoy les haga una lucecita en la cabeza –a su entorno gitano–: es gitana, es lesbiana, es feminista y no pasa nada. Necesito además que la gente se interese por la comunidad gitana, la tiene al lado. Para mí es importante que haya esa apertura por las dos partes: gitanos y payos”.
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Maite
Como siempre muy buena entrevista, otra minoría oprimida e invisibilizada. Feminismo gitano, conocéis @gitanasfeministas?
Winnie
¡Gracias, Maite! Yo sí las conozco
Rocío
Con personas así la sociedad avanza. Todos somos parte de todo, dodos y todas unidos somos uno. Dan igual los matices, todos somos diferentes y uno a la vez. Es importante trasmitir esto en nuestra forma se ser, pensar y actuar para las futuras generaciones.
Esther
Al final en vez de ser gitanos seremos anti identidad
Kinder Güeno
Se debería poder ser gitana y libre
Esther
Debe ser difícil no tener identidad , pero el gitano es su leey y costumbres ala gitana sela guarda se pide y se casa es así si o si no ay variables o eres o no eres
Kinder Güeno
Tampoco las payas podían ni votar ni estudiar hasta hace un tiempo. En eso consiste el progreso
Esther
Gitanas feministas? Eso que es?
Kinder Güeno
Un avance
Tamara
Gracias, Sandra y Winnie, por compartir esta historia y abrirnos un poco más los ojos a todos. Mucha suerte en vuestra andadura.
Winnie
¡Gracias!
Belén
Es maravilloso encontrarse con personas asi en la vida. Hay que avanzar y defender nuestros ideales. Una entrevista que muestra la realidad de una parre de la sociedad que no se siente representada. Y llega esta chica (Sandra) y nos demuestra con su propio ejemplo que es posible un mundo mejor. Chapó por todas las personas que se levantan cada mañana para hacer del mundo un lugar mejor.
Elisabet
Gracias Sandra por tu sinceridad y valentía como mujer gitana.
Creo que además de ser gitanos somos personas, personas diversas, personas libres, personas que se adaptan a los tiempos que vivimos…y nadie tiene un «gitanómetro» para juzgar quién es gitano y quien no.
A día de hoy las gitanas podemos decidir, no todas claro, y decidimos ante todo ser felices.
Gracias por tu ejemplo y olé por tener un padre gitano hasta la médula y tolerante.
Rafael
Muy buen artículo y, si se me permite decirlo, también muy necesario.
En mi opinión, es muy importante conocer las diferentes perspectivas de las personas que, como Sandra, a veces pasan desapercibidas y que fomentan el desarrollo de una soliedad mas plural y justa.
Gracias por compartir tu historia Sandra.
– Rafiki
Winnie
Mil gracias, Rafiki
Juan Naranjo
Qué buena entrevista. Está llena de reflexiones llenas de verdad. Este es el camino por el que seguir avanzando. Ojalá mas personas leyesen estas reflexiones, seguro que su mundo se ampliaba. Enhorabuena y a seguir publicando y visibilizando historias como esta.
Winnie
Muchísimas gracias, Juan
Feliciana Mora Moreno
Sandra, he leído tu entrevista y la he vuelto a releer, he disfrutado con ello, he sentido orgullo de conocerte, de quererte y sobre todo me siento orgullosa de que seas defensora del pueblo gitano, no cejes en tu empeño, defender esas causas te engrandece y te hace merecedora de mi amistad y mi cariño, gracias por ser como eres.
Carlos Vidal Masanet
Hola me llamo Carlos, soy un gacho puréta ,que se crió entre familias gitanas de Algeciras.
Vivo en Madrid hace muchos años porque además de gacho soy parguela y eso a condicionado mi vida, en los años 80 del siglo pasado, ser homosexual sonaba a lenguaje marciano, eras maricon ,bujarron etc.
Me he dejado la piel en el camino por establecer puentes de comunicación entre jambos y gitanos y tengo en mi alma una pena y un sentimiento de vacío porque no he conseguido nada, quizás no he sabido, a pesar de mis conocimientos y respeto, no hay ningún interés por ambas partes en saber el uno del otro, me duele decirlo pero son el agua y el aceite .
Me gustaría contactar por correo electrónico con Sandra Carmona, si alguien me puede ayudar con este dato se lo agradezco mucho.
SAstipen talí.
Carlos Vidal Masanet.
Winnie
Gracias, Carlos
Ada
¡Bravo! Hace falta visibilizar más historias como la de Sandra; hablar con sinceridad y desde el corazón demuestra una gran valentía. El mundo avanza cuando encontramos objetivos comunes que nos unen para hacer nuestro mensaje más fuerte, arropando siempre la diversidad y tolerancia por encima de todo. Gracias por compartir tu historia, Sandra! Creo que es una inspiración para muchas personas.
Crispula
Sandra es una de las mejores personas que he conocido. Y con una claridad mental impresionante. Además de buena artista Es un sol de persona. y eso es exclusivamente lo que hay que mirar antes de mirar ningun color de piel o ninguna otra cosa. ojalá todo el mundo pueda tener amistades con gente de todas razas y etnias, en vez de observarlas desde los medios o por los 5 min que te cruzas por la calle. Solo así es posible un cambio. con el contacto directo entre personas que al fin y al cabo es lobque somos tod@s
Juan Carlos
Para escribir cuentos sobre gitanos me he tomado la tarea de leer y estudiar a fondo todo lo que a ello respecta y me he encontrado con esta página. Felicitaciones para Sandra por su interesante trabajo de parte de un cubano.