“No podría ser en persona, ni por teléfono, ni por Skype por la fobia social, pero sí por escrito vía mail”. Esto es lo que me dijo Laine Lois. Sea pues. Esta historia es fruto de las conversaciones por mail que hemos tenido, así como de textos que me ha enviado y extractos de su blog: Entender la fobia social. Responde rápido a las preguntas que le voy enviando, “en caliente, que es como mejor se hacen las cosas”.
Laine Lois no es su nombre real. “Fue un juego de palabras”, y añade dos emoticonos con caritas muertas de risa, con la novia de Superman. «Quizás si yo fuera Superman o Superwoman no tendría tantos miedos».
El nombre real de Laine permanecerá oculto, así como su edad y de dónde es. “Prefiero no decirlo porque cuento cosas muy personales de muchas de las cuales no me siento orgullosa. Me cuesta decir cosas sobre mí, pero hago esto porque siempre me interesa difundir la fobia social. Lo hago por hacer un bien al colectivo de fobia social. Tendemos a escondernos, pero hay que hacerse ver de alguna pequeña manera, incluso si es con estas prevenciones. No quiero siquiera que me imaginen o me pongan un tipo de cara, así me siento más segura. Realmente en el colectivo de fobia social nos hacen falta nombres y apellidos, pero actualmente en mi caso no es posible”.
Pánico a llamar por teléfono
Laine suele hacer hincapié en que no todas las personas que tienen fobia social reaccionan igual ante las distintas situaciones de la vida cotidiana. Cada persona con fobia social es diferente. Hay cosas que tienen en común y otras no. Laine, por ejemplo, tiene pánico a hablar por teléfono . “A mí me cuesta hacer llamadas tan sencillas como pedir cita al médico. Tengo ansiedad cuando aparece la necesidad u obligación de hacerla. Siento angustia, desasosiego, malestar…”.
Aunque Laine trata de evitar hacer todas las llamadas posibles, hay veces que no le queda más remedio. Entonces prepara todo lo que va decir y lo lleva por escrito para que no se le olvide nada. Puede llegar a estar días preparando su discurso. A pesar de los preparativos, a veces sucede que cuando llega la llamada “con los nervios me hago un lío y el interlocutor no me entiende”. A esa llamada lleva lápiz y papel para apuntar todo lo que le dicen. Es habitual que, dada la ansiedad que le genera la llamada, llegue a desconectar de la realidad. Así que “es fácil que no preste total atención a lo que me dicen o que lo olvide enseguida”.
Como explica Laine, se trata de un sufrimiento anticipatorio que va en aumento hasta que llega la conversación telefónica en sí. “No lo puedo controlar. Hago complicado algo muy sencillo, pero así es como lo vivo yo”.
“Recibir llamadas me cuesta algo menos, quizá porque el que llama es el que busca algo y mi función es seguir su conversación sin más. No se me exige nada, no debo improvisar. No obstante, si no tengo relación cercana con el interlocutor y sé de antemano que no va dirigido a mí, lo paso corriendo al interesado sin contestar”.
“Reconozco que mi reacción ante el teléfono es patológica. Me asombra ver cómo la gente puede llamar sin pensar ni preocuparse de otra cosa que el objeto de su llamada o simplemente hablar sin objeto alguno, a veces incluso a horas intempestivas, y que además lo disfrutan. Admiro esa libertad, esa normalidad”.
Fobia social desde la infancia
“Desde bien pequeñita tenía miedo a todo lo que implicara relación social, pedir cosas, decir no, relacionarme en general. Ya desde pequeña lo sentía todo como un peligro y no me separaba de las personas que me hacían sentir a salvo. Mis hermanos veían como una liberación irse con un tío o una tía que les daban todos los caprichos, pero yo no”.
“A veces no quería ir al cole, algún día tuvieron que tirar de mí mientras me agarraba a los rebordes de las puertas llorando. Para mí el colegio siempre fue un suplicio”. Laine temía que la sacaran a la pizarra, preguntar algo que no entendía, equivocarse delante de todos, leer en alto o “cualquier situación que hiciera que repararan en mí de cualquier manera. Crecía y todo eran vergüenzas y timidez”. Tanto decía “me da vergüenza” que a veces se burlaban de ella repitiendo “me da vergüenza, me da vergüenza, me da vergüenza”.
La vergüenza y el miedo hicieron que renunciara, por ejemplo, al deporte. Se le daba bien, le gustaba mucho. En el colegio la seleccionaron para entrenar porque era buena, pero Laine no aceptó. Ahora es consciente de que lleva renunciando a cosas por la fobia social desde la infancia. “Podría haber sido una gran atleta o haber ido a los juegos olímpicos, quién sabe”.
Fuera del colegio Laine pedía favores para no tener que ir a la tienda de chucherías que había al lado de su casa. “Me daba vergüenza hablar con la dependienta e incluso bajar por el ascensor hasta el portal. Y la que montaba para salir a tirar la basura a la esquina de casa…”.
Laine necesitaba protección y atención, y “trataba de ganármelas portándome bien. Así es que desde bien pequeñita me vestía sola y luego hacía mi cama. También ayudaba y cuidaba a mi hermana pequeña sin que me lo pidieran”. Aunque en su familia veían que era diferente, esta actitud le forjó una imagen de niña buena. Y a pesar de los temores que le infundía la escuela, allí tampoco tuvo problemas con los profesores por el mismo motivo: era buena. “Siempre se valoraba mi buen carácter y espíritu de trabajo. Yo era extremadamente retraída, pero siempre dispuesta a hacer las cosas bien para que no me dijeran nada mal dicho. Necesitaba que todo el mundo me aceptara. Era muy sentida y sensible, bueno, de hecho, lo sigo siendo”.
El paso a la vida adulta
Aunque Laine fue dando pasos, como ir de vacaciones con su tía y prima, afirma rotunda: “Cuanto más crecía, más se complicaba todo”. En su familia la animaban constantemente a que hiciera cosas, a que saliera, pero no fue hasta que se fue haciendo mayor cuando empezó a darse cuenta de que ni podía ni debía encerrarse si quería avanzar. Pero ese era el problema: querer y no poder. “Ya no valía con ser buena, el mundo que siempre vi como un peligro se me presentaba en toda su crudeza y realidad. Tenía que salir, hacer mi vida y no podía. El choque y frustración eran brutales. Quieres, pero sientes que no puedes o te hace sufrir demasiado”. Se dio cuenta de que le iba a tocar hacer cosas como buscar un trabajo. Ella era consciente de que tenía limitaciones propias de niña pequeña, “cuando tú ya sabías que no lo eras. De niños hay excusas, después ya no. Comprendes que tus padres no van a estar ahí para siempre. Ellos te animan a cumplir objetivos y te das cuenta de que es lo que tienes que hacer”. Pero hacer cosas tan normales como buscar trabajo o salir con amigos son un mundo para Laine.
Fue en este momento de crisis cuando llegó el diagnóstico. “Me dicen que todo esto tiene un nombre: fobia social. Yo nunca sospeché que tuviera fobia social hasta que exploté con un trastorno de alimentación que me llevó a un psicólogo y a ser diagnosticada. Hasta entonces no sabía que lo que me pasaba tuviera nombre, lo vivía con sufrimiento, pero con normalidad ya aceptada y asimilada. Sabía que era diferente desde pequeña, que algo no iba bien en mí. Mi realidad es que siempre estuvo ahí, siempre fue un problema, con la sola diferencia de que de niña no tenía que salir a buscarme la vida”.
El sufrimiento en la fobia social
Laine fue a la universidad con bastantes dificultades. Después de esa etapa llegó el inevitable momento de trabajar. “Yo hice algún intento, pero lo pasaba demasiado mal. Para otras personas con fobia social sí es posible trabajar, pero no es mi caso”. Laine define como héroes a los que trabajan con fobia social.
Para Laine trabajar es un sufrimiento constante, así como muchas otras cosas. “Una persona con fobia social además de hacer frente a su problema y el sufrimiento que conlleva, ha de hacer frente a la incomprensión de la gente, al desconocimiento, a las críticas, a los reproches cuando te echan en cara todo lo que no haces…”. Así pues, el sufrimiento se amplía con la culpa y la vergüenza.
Laine trata de evitar muchas situaciones, pero hay otras a las que no le queda más remedio que exponerse, “ya sea por intentos de superación o por cubrir las necesidades mínimas ineludibles”. Para ella no es solo un problema hablar por teléfono o trabajar. Ir al médico o el mero hecho de salir de casa ya es una dificultad. “En este mundo no te puedes aislar. Has de estudiar, trabajar, salir a comprar, hacerte el DNI y las mil cosas necesarias para subsistir, progresar… Vivir, en definitiva. Tengo la sensación de vivir constantemente en un mundo hostil porque todo implica una relación social que consideras una amenaza. Y lo peor es que una persona con fobia social quiere integrarse, quiere verse capaz, quiere hacer todo eso que evita, que la limita impidiéndole ser feliz”.
Son cosas normales para la mayoría, sin embargo a Laine le hacen quedarse atrás. “Te topas con un gran muro y este quizás sea el peor sufrimiento de todos. Lo tienes ahí, está en tus manos, pero no puedes actuar de otra forma. Ese muro es el que la sociedad no consigue ver ni entender. Es un muro al que constantemente te empujan para que lo saltes y entonces llega la frustración y la tristeza. Y sufres”.
“Has de vivir y a veces quisieras no hacerlo porque casi todo te da miedo o te crea ansiedad, el contacto social es constante”. Laine tiene en ocasiones episodios depresivos. “Paso semanas sin casi comer, es como una purga, como si así pudiera sacar todo el veneno que me corroe por dentro, como si pudiera hacer visible ese malestar y sufrimiento que no se ve”. Los niños tienen la capacidad de hacer reaccionar a Laine en esos momentos en que está al límite. “Ellos no entienden de tristezas y has de estar por ellos. Me dan paz, son inocentes y sin malicia, con ellos me siento cómoda y relajada, me encanta jugar con ellos”.
La fobia social y la incomprensión
Laine vuelve a hacer hincapié en que no existe un perfil de persona con fobia social. “No hay normas, ni reglas y es por eso que cuesta tanto de entender”. Además Laine dice que es difícil de explicar a quien no la tiene. “Para empezar es difícil expresar lo que sientes o lo que vives de una forma que no te parezca ridícula a ti misma al contarlo. En todas las fobias se experimenta un miedo irracional, pero hay algunas que son más conocidas que otras y parece que se crea más empatía o comprensión. Sin embargo en la fobia social el miedo se centra en situaciones más difíciles de aceptar o entender por lo sorprendentes que son. Además la realidad altera bastante más nuestra vida que si tuviéramos otras fobias porque estamos obligados a vivir en sociedad, no es algo que podamos evitar”.
Laine se siente incomprendida y se queja de que hay veces que no la han tomado en serio. Así que “tampoco es algo que vaya diciendo por ahí más allá de mi blog, en el que me siento protegida”. Laine ha sentido que no la han entendido alguna vez que ha tratado de explicar su fobia social. “Luego veo que las personas no suelen actuar en consecuencia o lo olvidan por lo incomprensible que les resulta. Por eso siempre me pregunto: ¿lo entienden o no lo entienden?”.
Laine resume: “La fobia social es soledad, aislamiento, miedo, desamparo y sufrimiento. No somos raritos, tenemos un problema”.
“Yo entiendo que no es fácil verme cada día encerrada en casa y que también mi entorno sufre, pero no es algo que se pueda vencer solo con fuerza de voluntad. Yo tampoco soy feliz actuando así, me esfuerzo por superarlo pero no puedo estar en el nivel que todos esperan de mí. Quizás deberían aceptar alguna de mis limitaciones. Mi vida es mía y la llevo como buenamente puedo”.
Por eso Laine decía que no solo tenía el sufrimiento propio provocado por la fobia social, sino que también está “la frustración por la limitación que causa, la incomprensión de la gente y por ello la culpabilidad. Te preguntas: ¿Estaré haciendo todo lo posible? ¿Es culpa mía no poder hacer ciertas cosas o que me cuesten tanto? Y realmente no es culpa nuestra. Sabemos que tenemos que luchar contra ello, como nos dicen frecuentemente. Lo que no entienden es que no es suficiente con saberlo y con que ellos nos lo estén recordando constantemente. La gente le suele quitar importancia, lo ven como una tontería y acabas sintiéndote idiota”.
Vida social de una persona con fobia social
“La fobia social te dificulta la facilidad de comunicación en general, ya sea por falta de habilidades sociales o por el propio miedo de sociabilizar o de comunicarte incluso para lo mas mínimo”. Cuando Laine tiene delante a la persona con la que está hablando se sirve de los gestos propios y ajenos. Los gestos de su interlocutor la ayudan. Por ejemplo, una sonrisa o un asentimiento con la cabeza “te pueden ayudar a animarte, a seguir tu discurso”. Laine tiene también estas dificultades de comunicación con sus conocidos. “Es extraño e incomprensible porque son personas en las que mi fobia social no se presenta de forma presencial ni al teléfono porque son de mi confianza total, y no me preocupa en absoluto que me juzguen o lo que sea que me bloquee”.
Habitualmente habla muy deprisa, sea o no con desconocidos. “Es como si quisiera pasar desapercibida y que acabe todo lo antes posible, pero el efecto es el contrario. Al hablar así no me suelen entender y tengo que repetir, lo que hace que reparen más en mi persona y sea todo más agónico. Esta situación, que sé de antemano que es bastante probable que se dé, me bloquea y no la puedo hacer de otra forma, soy incapaz de hablar de una forma más pausada y relajada”.
Cuando Laine se encuentra con gente que no conoce experimenta ansiedad e inseguridad, incluso cuando está a la vez con personas que son de su confianza. El mero hecho de tener que interactuar con vecinos o en el supermercado ya le resulta desagradable y hace que lo pase mal, así que trata de evitar ese contacto social en la medida en que le es posible.
Fobia social: amigos, pareja
“Actúo con normalidad con amigos íntimos y familia, con el resto la procesión va por dentro. Llevo una vida más restringida y limitada, pero soy una persona normal. Solo tengo un problema que me limita y me pone las cosas más difíciles”.
Laine tiene amigos, “pero no muchos”. También tiene marido, “algo que nunca hubiera pensado en mi vida. Nos conocimos por internet, vino a verme y antes ya le previne de mis problemas. Estaba tomando medicación por entonces y eso me ayudó”, dice Laine y acompaña sus palabras con unos emoticonos llorando de risa. “Es que me parece asombroso haberme casado teniendo fobia social”.
Con su marido se siente segura y protegida, hasta hacen viajes juntos. “Con él voy muy bien a cualquier sitio, siempre que no me separe de él, claro. A veces discutimos por la fobia social también. A menudo me hace mis llamadas telefónicas, aunque me insta a seguir intentándolo. Por supuesto dependo de él para casi todo, empezando por el tema económico”. Laine tiene actualmente una discapacidad del 33%, “me la dieron porque la pedí expresamente”.
La vida social de Laine no se reduce a su familia y unos pocos amigos. Es una de las creadoras de AMTAES (Asociación Española de Ayuda Mutua Contra Fobia Social y Trastornos de Ansiedad). Allí tiene un grupo de ayuda mutua de fobia social. Cuesta imaginarse cómo se relacionan entre ellos. “La verdad es que también nos cuesta horrores, no es que desaparezca nuestra fobia allí, pero es una buenísima oportunidad porque es algo más fácil. Es mucha ayuda para nosotros, no tienes que fingir, puedes ser tú mismo. Sabes que te van a entender y que no te juzgarán”.
Según la publicación ansiedad-social.com, de acuerdo con el DSM-5, la prevalencia media en Europa de fobia social es del 2,3%. “Existimos, pero somos los grandes desconocidos”.
Aunque en la vida de Laine sí existe el contacto social deseado, me ha pedido que las fotos que ilustren su historia sean en una playa desierta “porque allí estás sola y es un lugar tranquilo que da mucha paz”.
–Hablando de paz y tranquilidad, ¿a ti cómo te gustaría que fuera tu vida?
–Sobre todo LIBRE.
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Laine Lois
Queria darte las gracias,por tratar el tema de la fobia social un trastorno poco conocido , que no se entiende y que por ello es muy importante mostrarlo .
Has sido muy amable y paciente todo este tiempo.
Fue un placer tratar contigo.
Besos
Laine Lois.
Winnie
¡Muchas gracias a ti!
Ana
Muchas gracias por darle visibilidad a este tema tan desconocido por la mayoría de la gente, no por mi desgraciadamente, y tan incomprendido.
A mí lo que más me afecta es la incomprensión de algunas personas, también allegados, que le quitan importancia, que creen que son excusas , haciéndome sentir, si cabe , peor.
Winnie
Gracias, Ana y ánimo
Ruben
Gran publicación. No solo ayuda a dar la visibilidad tan necesaria a estos trastornos si no que ayuda a los que los padecemos. Nos recuerda que no estamos solos. Enhorabuena!!!
Winnie
¡Mil gracias, Rubén!
Jesús
Muy identificado con lo que te ocurre y con el sufrimiento que conlleva padecer ansiedad social, mi vida siempre ha sido en solitario, sin amigos y sin pareja, alejado de la gente y padeciendo lo indecible por las responsabilidades de la vida, al menos conseguí un trabajo estable desde muy joven sin tener que depender económicamente de nadie aunque agobiado por las responsabilidades laborales y por la incomprensión de la gente, en fin todo un infierno ocasionado por este trastorno tremendamente grave e invalidante, tú al menos tienes pareja y es un apoyo importante. En positivo diré que creo que hay un presente y un futuro mejor para la gente más joven, con una mayor información sobre el problema y con una asociación como AMTAES que puede brindarles apoyo y hacer que puedan compartir experiencias y recibir apoyo de otros afectados aparte de reducir el sentimiento de soledad, eso ya es mucho, en mi etapa juvenil no existía nada de esto y la información brillaba por su ausencia. Felicidades una vez más por tu contribución en divulgar la problemática de la fobia social.
Laine Lois
Bueno lo de la pareja fue una carambola de la vida, pero 😁 algo increíble, pero que fue real.
Sí, cada vez surgen más oportunidades para nosotros como personas como winnie dispuestas a mostrar una de las grandes minorias como es la fobia social o asociaciones como AMTAES que nombras y que ojalá hubiera existido en los peores años de mi fobia social..
Gracias a ti por comentar y mostrar parte de tu experiencia, dejando más constancia de la fobia social.
Winnie
Gracias, Laine
Winnie
Gracias, Jesús por compartir tu experiencia
Javier
Es fundamental entender lo que se ha dicho no todos los fobicos sociales tenemos los mismos sintomas, la base es la misma miedo a quedar mal delante de otras personas al mostrar sintomas ansiogenos, y en lo relativo a tener esposa o esposo los hombrea con fobia social lo tenemos más dificil, ya que muchas mujeres buscan un hombre seguro, en lo relativo a la discapacidad yo soy de valencia y a mi solo me dieron un 9 por ciento, encima me pusieron ansiedad generalizada y no trastorno de ansiedad social como reflejan mis informes medicos incomprensible. Si quieren contactar conmigo puedo contar mi historia desde el punto de vista de un hombre, a mi no me da miedo hablar por telefeno pero video no haria por la poca comprension de este trastorno como dice lois.
Winnie
Muchísimas gracias, Javier, por tu ofrecimiento. Recojo tu oferta y te escribiré para poder contar tu historia.
Conchi
Es sorprendente tu capacidad para explicar con tanto detalle y tan claramente lo que nos ocurre…. Percibo que para ti es una herramienta muy válida y un desahogo…. Yo no creo que lo hiciera mejor… Y si, me suena todo lo que dices… Unas cosas más que otras… Como tú dices, no hay una uniformidad en la gente que padece este problema, pero si una base común…. Comparto contigo todo el sufrimiento interno que esto produce y la dificultad para superarlo, a pesar de los años de que uno dispone para ello…. No ayuda mucho el hecho de sentirnos raros, diferentes, más sensibles, más perceptivos, más vulnerables… Pero yo creo que es fundamental nuestro diálogo interno. Lo que nos decimos a nosotros mismos y la auto aceptación de esa diferencia…. Andando el camino nos hemos encontrado con que hay mucha gente como nosotros…. No somos tan raros… Y de ello da cuenta la asociación Amtaes con la que pretendemos, a través de la ayuda mutua, empoderarnos, coger fuerza, sentir que no somos» patios feos», sino «cisnes», pero los cisnes también forman parte de este mundo diverso….
Laine Lois
Quizá nuestro problema es que somos cisnes y no lo sabemos o no lo queremos saber .😊 Me encantó tu comentario .Gracias
Winnie
Muchas gracias por tu comentario, Conchi
Maite
Y yo no sabía ni que existía. Genial que lo conozcamos.
Winnie
Yo también he conocido la fobia social gracias a Laine Lois
Isabel
Yo la primera reunión que tuve en el GAM no entendía como se podía trabajar con fobia social, yo lo intentado muchas veces y como mucho duro 3 meses, hago terapia, tomo medicación… pero la tensión de relacionarme en un trabajo desborda toda la ansiedad, y aún subiendo la medicación no me hacía nada, además los efectos secundarios de la medicación me hacían trabajar peor, por tanto la gente se enfadaba y se incrementaba mi fobia social, al final huía del trabajo por miedo, he pedido la discapacidad y me han dado solo el 15%, cosa que los psiquiatras no están de acuerdo pero no son ellos los que lo dan, estoy reclamando vía administrativa y luego veremos. Mi vida social se ciñe a las reuniones de la Asociación Amtaes porque más allá me agobio, tengo también TAG severo, trastorno de ansiedad generalizada….yo yo he tenido amigos pero al final la gente normal no te entiende, respecto a la pareja no tengo motivación por lo que me ocurre, pero si he tenido mis pretendientes y mis pequeñas relaciones, pero estoy obsesionada con ser autónoma económicamente lo demás es accesorio, Actualmente oposito para subalterno porque tomo mucha medicación y reduce micapacidad intelectual, es frustrante
Winnie
Gracias, Isabel por compartir tu experiencia
Isabel
Cuanta soledad, sufrimiento ,aislamiento, dolor y frustración.
Muchas gracias Laine por dar visibilidad al trastorno.
Natalia
La ansiedad social, en mi caso, hace que me sea muy difícil encontrar y mantener un trabajo… y esto, obviamente, trastoca todo el resto de mi vida. Gracias por el artículo, es muy necesario hablar de ello.
Winnie
Gracias, Natalia
María Vega
Son situaciones que producen mucho sufrimiento. Pero con mucho trabajo, se puede avanzar.
María VEGA.
Maria
Que dura es la incomprensión y soledad interior que produce esta emfermedad,me he sentido muy reflejada, casi soy yo ,deberían de leerlo los profesionales que nos tratan a algunos ( como agota escuchar que son hábitos que creamos para no afrontar los problemas ). Es muy valiente hablar de uno mismo.Hacéis un gran trabajo. Enhorabuena.
Winnie
Muchas gracias por compartir, María
Virginia
Increíblemente bien explicado me he quedado de una pieza, me identifico mucho.
Gracias a esas personas que dan visibilidad a la fobia social que se conoce muy poco Laine Lois, Winnie.. nos hacéis sentir menos solos.
Winnie
Mil gracias, Virginia
Laine Lois
Gracias
Tamara
Otra realidad escondida que ahora conocemos gracias a Laine Lois y Winnie. En mayores o menores dosis, creo que la necesidad de comprensión es común en el ser humano. Ya sea por la fobia social, la ansiedad o cualquier otro motivo «no diagnosticado», todos buscamos formar parte de algo, tener sentido en la sociedad o en el grupo del que nos rodeamos. A veces, cuesta hacernos entender, por mucho que nos esforcemos, porque el resto de la gente no está preparada para ponerse en nuestro lugar, porque no hemos sido educados para ello, quizás por alguna especie de mecanismo de defensa que limita el dolor potencial que podamos sufrir. Afortunadamente, sí hay gente capaz de ello. Y medios como este hacen que cada vez haya más.
Winnie
¡Muchísimas gracias, Tamara!
Laine Lois
Tienes razón, comparto lo que dices, es triste a la vez.
También esta el estigma, la gente rechaza lo que no entiende o cree está fuera de una ,su, normalidad, por eso cuanto más se sepa de esas minorías más se las integrará
Winnie
Estoy muy de acuerdo
Ana
Acabo de leer este artículo y me he sentido muy identificada. Siempre he tenido fobia social por asi decirlo, pero nunca he sabido ponerle nombre. Yo era la ‘niña buena’ que los profesores valoraban pero me he pasado la infancia y juventud muy sola salgo algunos buenos amigos que tengo.
Y sobre todo, estigma si. Mi familia realmente no entiende que no es cuestión de querer ser así o de hacer un esfuerzo y ya. Es algo complejo que llego cargando toda mi vida.
Gracias por haber hecho este paso de explicar tu historia.
Verónica
He descubierto este artículo gracias a la revista de la asociación. Muchas gracias, me ha encantado y lo voy a compartir en mi Pinterest.
Me he sentido identificada en todo. Para mi no es ninguna sorpresa, descubrí esto hará unos 10 años. Tengo 29. Pero se me llena el corazón cuando leo cosas así porque considero que es muy importante que se hable de esto.
Incomprensión es una palabra que se repite en el artículo y en los comentarios… no sin razón. Para mi la idea clave es “Una persona con fobia social además de hacer frente a su problema y el sufrimiento que conlleva, ha de hacer frente a la incomprensión de la gente, al desconocimiento, a las críticas, a los reproches cuando te echan en cara todo lo que no haces…”.
De verdad, me encanta leer cosas así. Creo que es muy importante visibilizar esto. Y no hablo de difundir que hay un trastorno llamado «fobia social» (la gente oye eso y se asusta), sino de explicar realmente lo que implica y así poco a poco ayudarles a entender lo que significa realmente.
Aunque también es cierto que hay que ser muy valiente para escribir públicamente sobre esto. Yo misma de hecho no lo hago, solo en Pinterest comparto artículos sobre esto entre otras cosas, pero jamás los comparto con ningún conocido. Quizá algún día eso cambie.
Muy acertado también lo de que a parte de eso todos los que tenemos fobia social somos diferentes. No todos tenemos el mismo grado de limitación ni nos pasan las mismas cosas ni nos afecta con la misma intensidad todos los meses o años (o sí, como digo cada uno es un mundo). No existe un perfil.
Y tampoco somos raros (al menos no todos ni por esto) sino que tenemos ese problema, esa ansiedad irracional, como le podría haber tocado a cualquier otra persona. Pero somos personas como las demás y ese problema concreto no es lo que nos define como tales (aunque sí nos limite mucho) aunque a veces parezca que es lo único que ven de nosotros los demás.
Saludos.
Winnie
Gracias, Verónica