“Soy Bachir Samb, tengo 24 años y soy de Las Palmas de Gran Canaria”.
“Adelina es mi madre, yo la llamo mami. Sentí que nací con ella, llegué a sus brazos cuando era un bebé y me quedé viviendo con ella hasta los 8 años. Siento mucho amor por ella, no es mi familia pero yo siento que es mi familia hasta el día de hoy”.
“Mis padres son de Senegal y llegaron a Canarias en avión. Mi madre estudiaba contabilidad, ella siempre tuvo muy claro que quería estudiar. Adelina le alquiló a mis padres el piso donde vivían y ella vivía en el mismo edificio. Yo de bebé era un llorón y un día Adelina le dijo a mis padres: cuando llore, traédmelo a mí. Y así acabé viviendo con ella. Adelina me llevaba al súper y lo primero que yo ponía en el carro era jamón y chocolate, yo comía jamón antes de saber que no podía hacerlo como musulmán”, dice riéndose. “Hacía surf con las hijas de Adelina –una de ellas era subcampeona europea–, íbamos a muchos sitios, tuve una buena vida, tengo bonitos recuerdos de mi familia de acogida. Adelina me dio una educación y me crió para aguantar esa aventura que empecé con 8 años”.
“Cuando tenía 8 mis padres se divorciaron. Mi padre se fue a Estados Unidos y mi madre a Suiza. Desde entonces estamos separados pero llevamos una relación de amor, siento apoyo total por su parte. Hablamos día a día, no tengo con ellos una relación de rencor, les quiero mucho y ellos también a mí, que creo que es lo más importante. Tengo hermanos en Estados Unidos y en otras partes del mundo, y también mantengo el contacto con las hijas de Adelina”.
Bachir habla un español casi perfecto. Si no lo es del todo es porque se nota la huella de haber pasado por lugares distintos. Sesea, pero no tiene acento de ningún lugar. Es la forma de hablar de alguien que pertenece a muchos sitios.
Migración inversa: de España a Senegal
“En 2005 mis padres se divorciaron y se fueron, por eso me mandaron a Senegal, para que conociera a la familia, la religión, la cultura. Mi madre me dijo que su madre estaba enferma y necesitaba que la cuidara un joven durante tres meses, y yo le dije voy yo. La verdad es que mi abuela estaba bien, pero si mi madre no me hubiera dicho eso, yo no hubiera ido a Senegal. Yo era muy pequeño pero cuando decía que no, era que no, por eso mi madre me dijo lo de que mi abuela estaba enferma”.
“Adelina me decía no vayas, y yo sí, tú me enseñaste que hay que cuidar y tengo que cuidar a mi abuela. Cuando había pasado casi un año Adelina me dijo: ¿ves que no vas a volver?… Y al final fueron 14 años los que estuve en Senegal”.
“Sentí miedo sutil al llegar a Senegal. Sentirme solo en un avión con 8 años… No hablaba el idioma, no conocía a nadie. Tú vives rodeado de blancos y luego todos son negros. Llegué al aeropuerto y me sentí raro, pero también sentí que estoy con mi gente. Yo no me entendía con mi familia ni con nadie porque no hablaba el idioma. En Canarias veía a la gente de Senegal que llegaba y a mí me tocó hacer lo contrario”.
“Al haberme criado en España no conocía nada, no sabía que no se comía cerdo, que se rezaba cinco veces al día; eso es mucho, les decía yo, a mí en España solo me llevaban a la mezquita los viernes… Casi me desmayo con la sangre en mi primera fiesta del cordero. Al principio al hacer el ramadán iba a escondidas a comer y beber”, recuerda riéndose. “Tampoco sabía que allí cuando le hablas a una persona mayor no puedes mirarla a los ojos. O la comida, allí es arroz todos los días, de distintas maneras, pero arroz, ¡y yo antes solo tomaba arroz en las paellas! Nadie me había informado ni preparado para esto y fue fuerte, cambias de realidad pero con el tiempo vas empatizando”.
Vivir en Senegal
“Mi familia me puso un profesor el primer año para aprender el idioma, todo. Siempre me decían: si eres el primero podrás ir a Canarias. No pude volver pero seguí porque sabía que me abriría puertas y siempre estuve entre los tres primeros de mi clase. Estudié hasta bachiller y luego me gradué en Ciencias Físicas y Naturales”.
“Pasar por Senegal me ha ayudado a saber lo que quiero y cómo conseguirlo. A los 11 años ya era dependiente en la tienda de mi abuela, era bastante maduro para mi edad. Allí aprendí wólof y francés, y como hablaba español fui también guía turístico. También fui profesor y obrero”.
“Al principio tenía miedo, prejuicios, pero de Senegal me quedo con mucho amor, con unas aventuras que me marcaron un antes y un después en mi vida. Con las fiestas, los viajes. Si te digo más cosas de las que me quedo de Senegal, pasamos aquí la noche”, dice riéndose. “Ese viaje te permite entender a los que llegan aquí, por qué llegan. Yo tuve muy buena educación y buen entorno, pero no todo el mundo tiene lo mismo que yo. Y al ver aquello entiendes por qué vienen. El que acaba de llegar es una persona, no sé qué ha dejado atrás, lo que ha sufrido, yo digo que hay que darle una oportunidad”.
“He disfrutado de Senegal, ha sido un proceso bastante guay. Creo que si me hubiera quedado en Canarias no habría tenido unas habilidades y oportunidades que he tenido. Es verdad que allí pensaba a veces qué aburrido, quiero volver, pero luego más adelante echas la vista atrás y dices ha valido la pena: quería volver y a la vez también estaba bien allí”.
Actor, cantante y escritor
“Yo soy actor, cantante y escritor. Quería ser actor desde los 6 años. Veía películas de Will Smith, que ni sabía cómo se llamaba, y quería ser él. Me llamaba la atención hacer reír a la gente, conectar con la gente que está sola. Tenía necesidad de comunicar algo, de contar historias. Después de graduarme intenté ir a Canadá para estudiar teatro porque en Senegal no se podía estudiar. Tenía la preinscripción en la escuela pero la embajada me denegó el visado dos veces. Vale, pues voy a intentar ir a España y me dieron el visado. Volví a Gran Canaria pero allí era complicado formarse como actor, así que me fui a Ibiza a trabajar en hostelería para tener ahorros y mudarme a Barcelona a estudiar interpretación. Hasta ahora he participado en cortometrajes, series, videoclips. Me encantaría poder trabajar en Hollywood y en Francia e Inglaterra, aunque me gusta haber empezado aquí porque mi historia empezó en España. Me marco pequeños objetivos que me llevan a conseguir objetivos más grandes, el que tengo ahora sería un proyecto musical tipo película o serie. Es algo que me encantaría y sé que hay que trabajar duro”.
“Cantante quise ser desde los 8 años, cuando me fui a Senegal. Recién llegaba a un país que desconocía del todo y sentía mucha soledad. Me salían rimas como forma terapéutica, como desahogo, me ayudaba a estar mejor. Echaba de menos a Adelina, aunque en Senegal estaba con mi familia. Con 21 años fui por primera vez a una clase de canto en Barcelona y me dijeron ponte a estudiar música porque tienes muy buena voz”.
“Lo de ser escritor me vino a los 14 para desahogarme y decir las cosas que no decía en persona. Adelina me llamaba mucho cuando yo estaba en Senegal. Ella siempre me preguntaba: ¿tienes hambre, has comido bien? ¿Hay guerra donde estás? A mí esas preguntas me sonaban raras porque yo estaba preocupado por otras cosas como hacer amigos. Entonces me di cuenta de que esas preguntas eran resultado de la información que le llegaba a ella de lo que es África por los medios de comunicación. Yo no vi ninguna guerra ni tuve hambre, Adelina estaba preocupada pero yo estaba bien, así que pensé que merece la pena que la gente sepa qué pasa aquí, quise contarle a Adelina lo que pasaba”.
Una carta a Adelina
“El libro lo planteé escribir a los 14 años, tenía la necesidad de contar mi historia, cómo pasar de vivir en España a Senegal. Quería contárselo a Adelina. Empecé pero no me sentía preparado y lo dejé, pero sabía que sería un hasta luego… Lo retomé en el confinamiento durante la pandemia, fueron cuatro meses de escritura. Una carta a Adelina es la primera parte y ahora estoy escribiendo la segunda. Además cuando terminé el libro sentí que faltaba algo y agarré la guitarra: qué le diría a Adelina si la tuviera enfrente. Y así nació la canción Adelina, que sale ahora en junio”.
Lo llaman al móvil. “¡Yuju, tengo presentación del libro en Barcelona!”, exclama levantando el brazo en señal de victoria. “El libro acaba de salir y justo me han dado dos semanas de vacaciones en el restaurante donde trabajo como ayudante de cocina, así que quiero aprovechar para presentarlo en todos los sitios que pueda. He escrito a medios, periodistas, ¡a todo el mundo!”.
“Adelina falleció en 2010, cuando yo estaba en Senegal. Fue duro que se muriera y no poder venir a España. No pude venir por los papeles. A mí se me caducó el visado y cuando iba a la embajada a decirles cómo hago para volver, no me proporcionaban la información que me hacía falta para regresar a España. Yo no tengo DNI aunque he nacido aquí, tengo un papel de extranjero que dice que soy español, es absurdo. Por eso no vine a España en 14 años”.
Bachir me enseña su “papel de extranjero”. Es un permiso de residencia de larga duración que le permite trabajar. Y, efectivamente, en su lugar de nacimiento pone Las Palmas, España. “Me hicieron ver que mis padres al no tener la nacionalidad española yo no la podía tener. Ahora ya pasé el examen de cultura general para conseguir la nacionalidad, me queda el del idioma”.
Según el Ministerio de Asuntos Exteriores, una persona nacida en España hija de extranjeros no tiene la nacionalidad española.
Racismo
“En el colegio de Canarias sufrí racismo y bullying. Tenía amigos, pero también había miradas, algunos no te dejaban jugar con ellos y cosas así. Pero aprendes mucho, lo que no te mata te hace más fuerte. Era un niño negro que creció en una familia de blancos, y luego vas a Senegal y allí te tratan como el europeo, tú no eres de aquí, vete. Te comportas distinto a como se comportan ellos, hasta tienes la piel más clara que ellos y encima no conoces las costumbres, la cultura, el idioma. Te dicen que eres negro por fuera pero blanco por dentro. En Senegal también me hicieron bullying. Yo ahora me siento de todas partes del mundo, es el único modo que me permite estar tranquilo de mente y avanzar. A mí este tema me ha llegado a dar ansiedad: intentar actuar de una manera para encajar”.
“En España me han llamado negro de mierda en trabajos: clientes y compañeros. En redes sociales me llegan mensajes muy bonitos pero también tipo ¿cómo puedes ser actor? ¡Vete al campo a recoger fruta! Yo no trato mal a la gente, no conozco de colores. La pregunta ¿tú de dónde eres? es racista. Cuando les digo que de Gran Canaria se quedan así y te dicen: ¿y tus padres? Esas preguntas en Francia ya no existen, por ejemplo. Aquí no te dicen cómo vas a ser español si eres negro, pero se te quedan mirando. Yo soy negro pero soy más español que Pedro Sánchez”, dice con una carcajada. “Cualquier episodio de racismo es malo, emiten juicios sobre ti antes de saber quién eres”.
“En mi primer casting me dijeron: tienes que hablar español africano. Y yo ¿cuál es el español africano, que no me lo sé? Pues es hablar español no bien del todo, me dijeron, y me pareció una absurdez. Yo había ido contento y me dio un bajón… Está bien contar la historia de un migrante que ha venido en patera, ¿pero qué pasa con el que lleva toda la vida viviendo aquí y le obligas a cambiar su acento?”.
“Si yo aquí –Bachir vive en Madrid actualmente– entro al metro y las mujeres mayores se agarran el bolso como si les fuera a robar, es por lo que ven en la tele. A los negros nos ponen a hacer de mafiosos, pero los negros podemos tener cualquier profesión en la pantalla, creo que nos merecemos ese avance”.
“Yo hablo cinco idiomas –francés, inglés, español, catalán y wólof– y he tenido once profesiones distintas. Si cuento mi historia en mi libro es para que la gente sepa cómo es, para que las señoras del metro no sientan que tienen que agarrarse el bolso. Mi libro puede servir para empatizar, hay que probar un plato antes de decir que no a la primera basándose en prejuicios”.
“Después de todo lo que he vivido me quedo con que una persona tiene su historia y merece ser contada. Me quedo con vivir sin dar importancia al qué dirán y que te toque lo que te toque hay que volar, creer en ti mismo, saber lo que eres, lo que eres capaz de dar, lo que puedes conseguir. Y no decir a nadie no sin antes dar una oportunidad”.
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Ana+E.+Hernandez
Bien por Bachir , es una alegria ser su paisana. Positivo, alegre, cariñoso y afectuoso en todo y con todo.
Espero que la vida te depare un buen papel en todas las facetas.
Cristina
Que gran historia y qué bien contada! Mucha suerte a Bachir con su libro y todos sus proyectos!
Winnie
¡Gracias!
Gladys Guadalupe
Excelente sigue adelante con tu proyecto eres el ejemplo para muchos migrantes no importa de donde vengas las ganas de luchar y salir adelante que nunca te falte como lo vienes haciendo